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Reflexiones sobre la presencia africana en Colombia

Por: José Eulícer Mosquera Rentería
jemosquera@une.net.co
Fuente: AZABACHE junio 2012
En relación con el artículo o ponencia de  José E. Mosquera Berrio, “Reflexiones sobre los negros en Colombia”,  considero que contiene  algunas afirmaciones y conclusiones buenas y rescatables, pero también insiste en necedades que ya ha venido planteando, al igual que el señor Daniel Mera,  y que algunos les hemos rebatido por este medio. Me referiré a las que considero necesario precisar, dado que se corre el riesgo de que generen demasiada confusión entre nuestra juventud:
  1. Todas las personas que han venido liderando el proceso redentor del pueblo afrocolombiano, del  maestro  Manuel  Zapata Olivella hacia  acá, en múltiples documentos en que se han referido a  la esclavización colonial de africanos/as  en nuestro país y en América, han evidenciado como causas fundamentales de la misma a la casería y secuestro promovidos por los colonialistas europeos para esclavizarlos en América, a objeto de reemplazar a la fuerza de trabajo indígena que ellos habían reducido drásticamente por sus prácticas de esclavitud extremadamente inhumanas. Que en aras de sacar adelante su propósito, los colonialistas lograron aliarse con algunos reyes y reyezuelos nativos. Por tanto, es inaceptable que se insista en la pretensión de convertir a los pueblos africanos en victimarios de si mismo, ya que no fueron ellos quienes promovieron la trata atlántica, y según la ley más elocuente de la economía, no hay oferta sin la debida demanda. Por otra parte, siempre el opresor ha buscado aliados en el seno de los pueblos objeto de su opresión, y casi siempre los ha encontrado. Así como los colonialistas europeos a partir del siglo XVI promovieron alianzas estratégicas entre representantes de clases dominantes europeas y africanas, con reyes y reyezuelos de pueblos o comunidades africanas, para sacar adelante su empresa colonialistas, ya los mongoles y los árabes los habían tenido en Europa para esclavizar a pueblos y naciones europeas, e inclusive, en Europa se formaron bandas para secuestrar hombres y mujeres para vendérselos a los árabes, y en muchos casos a los hombres previamente los castraban para vendérselos como eunucos, ya que de esta manera recibían una mejor paga por aquellas personas convertidas en “mercancías”. De igual manera, los europeos también consiguieron aliados entre los pueblos indoamericanos, y en este orden, los casos de  La Malinche y sus relaciones con Hernán Cortés, en México, y de Manco Cápac  y  sus relaciones con Francisco Pizarro, en el sur de América, no son sino dos ejemplos elocuentes. Pero ello no quiere decir que los pueblos mismos hayan pedido o promovido su esclavización.  De todo esto nos habla con su solvencia característica el maestro Manuel Zapara Olivella  en varias de sus extraordinarias obras. Hoy los gobiernos de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia han utilizado aliados libios, junto a otros mercenarios,  para derrocar y asesinar a Gaddafi, para finalmente adueñarse de  los recursos naturales estratégicos libios. Diferentes gobiernos de los Estados Unidos también han utilizado a la gusanera cubana radicada en ese país para sabotear y  tratar de revertir el proceso de construcción socialista de Cuba. Y ¿acaso esto quiere decir que los pueblos cubano y libio estén promoviendo el neocolonialismo occidental contra si mismos? Al contrario, estos pueblos se han mantenido en francas luchas contra el imperialismo y sus políticas colonialistas y neocolonialistas. Pero además, en la historia de la humanidad existen abundantes ejemplos de cómo los opresores se han aprovechado de los conflictos internos de los pueblos o comunidades para cristalizar  sus proyectos dominacionista y coloniales. De tal manera que, venir a estas alturas a presentar la participación de algunos reyes y reyezuelos africanos en el negocio de la trata esclavista de personas de sus propias sociedades, como si se estuviera haciendo el gran descubrimiento histórico, es como pretender poner al descubierto la existencia de la chicha y la limonada.
  2. Desde luego que en sociedades africanas, al igual que en sociedades europeas y de los otros continentes por mucho tiempo se vivió bajo regímenes esclavistas propios. Pero la esclavitud que se vivió en África antes de la invasión europea fue muy diferente a la que estos pusieron en práctica en América; empezando porque la esclavitud en África no era de por vida y se aplicó por sanciones falladas por sus tribunales de justicia propia, después de agotar los debidos procesos. No por capturas y secuestros a través de guerras sorpresivas y no declaradas, y sin cometer faltas o delito alguno. Por ello los pueblos africanos lucharon heroicamente contra las invasiones y la esclavización, en la mayoría de casos con el liderazgo de sus mandatarios y mandatarias. Han quedado registradas también en la historia las grandes luchas que dieron los africanos secuestrados en la travesía atlántica y al llegar a tierra firme, siendo precursores de las luchas que llevaron a las independencias nacionales de los países hoy existentes en América. De ello, el caso del Rey Shaka Zulu y los casi 100 años de guerra que lideró contra los invasores inlgeses, es solo un ejemplo. De todo esto nos hablan los brillantes historiadores y científicos sociales africanos Cheik Anta Diop y Josep Ki-Zerbo en sus importantísimas investigaciones y textos, y sobre todo en la Nueva Historia General de África, publicada por la UNESCO en los años de 1980, cuya elaboración ellos orientaron durante más de 35 años, al frente de un equipo de más de 70 historiadores y científicos sociales de todos los continentes.  Por otra parte, no se puede andar confundiendo herencia cultural, material e inmaterial y territorial, con herencia de propiedad privada, individual o familiar. En Colombia y en otros lugares de las Américas nuestros ancestros/as legaron a sus descendientes sobre todo unas herencias culturales recreadas en estos contextos, pero también herencias materiales representadas en unos territorios que conquistaron en franca lid  con sus opresores y con las dificultades naturales. En este sentido, no es del caso andar comparando las luchas actuales de los pueblos afrodescendientes de las Américas con proyectos de enclave imperialista y colonialista como el de Liberia, mediante el cual la clase imperialista yanqui utilizó a un grupo de afros -  que como Marcus Garvey, estaban ansiosos/as de regresar a convivir con sus pueblos ancestrales en África, después de sacudirse la esclavitud colonial y empezar a vivir la odiosa discriminación racial bajo la nueva república capitalista USA -  para asegurarse su porción del continente africano y el saqueo de ingentes recursos estratégicos para el abastecimiento de su entonces pujante industria. De tal manera que el establecimiento de Liberia, antes que un proyecto de los afros que entonces partieron de Norteamérica, constituyó la realización de uno de los proyectos colonialistas más ambiciosos de USA. De este hecho la lección que debe quedarnos a los afrodescendientes, es de ser muy precavidos en nuestras luchas para no dejarnos utilizar por el mismo opresor.  Era inevitable que los afrodescendientes procedentes de las Américas encontraran resistencias y dificultades en África, ya que ellos no eran nativos de allá, los africanos eran sus bisabuelos/as y algunos de sus abuelos/as, padres y madres, contaban con otros valores culturales producto de la simbiosis cultural básicamente triétnica acrisolada durante casi cuatro siglos en los contextos americanos, y sobre todo que llevaron unas mentalidades signadas por el individualismo capitalista, de propiedad privada sobre la tierra y grandes medios de producción, que habían adquirido en las sociedades americanas, a unas sociedades comunales donde primaba el colectivismo, además del papel agresivo de colonizadores que les había asignado el gobierno imperialista USA, quien fraguó y financió todo este proceso.  
  3. Es indiscutible que contamos con una herencia africana legada por nuestros ancestros/as, ya que ellos no eran unos pedazos de palo, sino seres humanos que portaron unos valores culturales, éticos, y morales, y todas unas cosmovisiones, las más milenarias de la humanidad, que recrearon en los nuevos contextos socioambientales donde fueron introducidos. Valores que hemos continuado recreando como pueblos, y es ante todo por estos que marcamos diferencia, antes que por la epidermis o lo fenotípico. Es con base en esta diferencia que hemos sido racializados, estigmatizados y discriminados, y por lo cual nos obligan a defendernos y a reclamar nuestros derechos desde nuestra perspectiva de afrodescendientes.  Esa africanía, al igual que la indianidad y la herencia europea las llevamos todos los colombianos en simbiosis histórica, así cada grupo poblacional, étnico o social  integrante de nuestra nacionalidad esté un poco más cargado hacia alguno de esos tres bloques étnico y culturales continentales. Pero esto es cuestión de asumirlo conscientemente, como afirmara el gran Frantz Fanon, porque el colonialismo dejo a nuestros pueblos enajenados y hasta tarados alrededor del eurocentrismo, y entonces no contamos con una identidad nacional porque ese eurocentrismo nos lleva a autodespreciamos desde lo afro y lo indoamericano, y andamos afanados por vernos exclusivamente en el espejo europeo. De allí la importancia de los temas de la etnoeducación y la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, en cumplimiento de ese mandato constitucional de impartir una educación pertinente y para la diversidad, que permita que alguna vez contemos con una verdadera identidad nacional, que nos asumamos todos los colombianos  tal y como somos, con el debido orgullo de lo que somos, y nos formemos con capacidad para generar bienestar y progreso social para si mismos, desde el etnodesarrollo. Esta es la verdadera revolución educativa que se ha propuesto desde los movimientos sociales afrocolombiano e indígena, porque las ciencias sociales y grandes pedagogos como Paulo Freire y Frantz Fanon nos enseñan, que todo cambio estructural de la sociedad exige una nueva propuesta educativa que se corresponda con el mismo. Pues hay que formar nuevos hombres y mujeres que asuman ese cambio, que asuman la construcción y conducción de esa nueva sociedad. De tal manera que la actitud despectiva de José E. hacia esta propuesta educativa, es totalmente impertinente.
  4. El planteamiento de que  la mayoría de ideólogos y líderes de las organizaciones afrocolombianas se han quedado en el paternalismo y en la búsqueda de la burocracia gubernamental, es inaceptable porque la esencia del pensamiento de los líderes del Movimiento Social Afrocolombiano está plasmada en su máximo logro legislativo, la Ley 70 de 1.993 y sus decretos reglamentarios, y en ellos han propuesto una atención integral a las múltiples problemáticas que afectan al pueblo afrocolombiano, como son: el reconocimiento de su soberanía sobre sus territorios ancestrales; protección y fortalecimiento de la identidad; una propuesta educativa pertinente y verdaderamente revolucionaria, como es la Etnoeducación y la Cátedra de Estudios Afrocolombianos; planeación y fomento de un desarrollo autóctono, que contempla un plan de desarrollo que han formulado las organizaciones afrocolombianas con muchos esfuerzos,  tres veces, con la asesoría y acompañamiento del Departamento Nacional de Planeación, pero cuando ha llegado el momento de asignarle los recursos en el Presupuesto Nacional, entonces para los negros no hay plata; y obras de infraestructura de suma importancia para el desarrollo y el bienestar de los pueblos afros. El movimiento Social Afrocolombiano lo que reclama es la efectividad de los derechos naturales, constitucionales y legales del pueblo afrocolombiano, no anda mendigando nada. Quienes solo andan buscando dádivas y puestos burocráticos son otros/as, unos/as paracaidistas que han visto la posibilidad de lograr objetivos personales alrededor del tema afro, con el respaldo de las élites que han manejado este país.        
  5. La afirmación de José E. de que la Ley 70 de 1993 es retrograda porque promueve el tribalismo y frena la inversión privada, es una falacia, ya que esta ley lo que ordena es el reconocimiento del dominio sobre sus territorios ancestrales y, a manera de reparación histórica, unas atenciones especiales por parte del Estado a comunidades afrocolombianas que a pesar de casi dos siglos de vida republicana no han podido superar la línea de la pobreza extrema y la marginalidad social, como las del pacífico, el Chocó, Valles Interandinos y algunas del atlántico. Se trata pues de la aplicación de políticas públicas favorables a este tipo de comunidades como una obligación del Estado, lo cual ya hace parte del cuerpo de doctrinas internacionales del derecho, que se vienen haciendo realidad con muchas comunidades y pueblos en el mundo. Esta ley en ninguno de sus apartes dice que las personas afros o de las regiones y localidades históricamente afros que cuenten con sus títulos de propiedad legalmente adquiridas y sus recursos de capital, no puedan hacer sus empresas e inversiones, por si solas o asociándose con otros inversionistas. Al contrario, ella da prioridad a la inversión social del Estado para las comunidades ya referenciadas y a la vez plantea la posibilidad de que estas se asocien con inversionistas privados para el desarrollo de algunas actividades empresariales y productivas, pero dentro de unos términos de beneficio mutuo y de justicia social, donde ellas ponen sus tierras y territorios y su fuerza laboral, y los otros ponen tecnologías, capital de trabajo y experiencia empresarial, repartiéndose entre las partes las utilidades o ganancias, parte de las cuales deben reinvertirse en infraestructura productiva y de beneficio social. Es decir una nueva forma de relacionamiento de nuestras comunidades con empresarios e inversionistas foráneos, nacionales o extranjeros, donde no se repitan las dolorosas experiencias vividas con la Cia Minera Chocó Pacífico de los gringos, Maderas del Darien, la Maderera Samper Pizano y con otras compañías e inversionistas. Se trata también de una forma nueva de hacer empresa y de invertir en los territorios de comunidades afrocolombianas, desde el punto de vista de la inclusión rigurosa del componente de la sostenibilidad ambiental, en aras de que se conserven los ecosistemas y el equilibrio ambiental en los territorios ancestrales, para bien de nuestro país y  del planeta. Así que el inversionista privado que no acepte esta nueva forma y pretenda dar continuidad a la vieja forma, pues hay que rechazarlo tajantemente, no nos sirve ese desarrollo depredador, explotador y envilecedor de la condición humana. Y de acuerdo con la constitución y la ley, las comunidades para todo esto deben contar también con la asesoría y el acompañamiento de la correspondiente dependencia estatal. No entiende uno porque es que una ley que está ofreciendo estas cosas tan benéficas para nuestras comunidades, molesta a personas como José E. y  Mera. Me da la sensación de que se trata de personas que no han tenido la debida responsabilidad para con su comunidad o pueblo, que desde su formación individualista solo se han interesado por buscar la forma de vivir bien ellas, y entonces, pretenden justificarse opacando lo positivo que vienen haciendo quienes sí han asumido con la debida responsabilidad y decoro la suerte de nuestro pueblo y de nuestras comunidades. Personas como José E. y Mera con sus actitudes solo dan pretextos a quienes han manejado el poder para que se burlen de los mandatos legales y constitucionales favorables a nuestro pueblo afro, logrados con tantos esfuerzos y sacrificios, inclusive de vidas. Quienes hemos estado al frente de las luchas que han conducido al gran logro de la Ley 70 de 1993 y de sus decretos reglamentarios, estamos más que seguros, que si estos no existieran, al finalizar los años de 1990  hubieran sido expulsadas de sus territorios el grueso de las familias afrocolombianas del Chocó, el pacífico y los valles interandinos. Al menos a partir de 1.993 esas familias han contado con unos instrumentos jurídicos para defender sus herencias ancestrales, sus derechos y su dignidad.
  6. José E. insiste en considerar todo lo que sea propiedad colectiva y lo asociativo como atrasado y tribal, a la vez que ubica como únicamente válida, y hasta como panacea, a la inversión privada capitalista, con lo cual da sustento a la actual concepción neoliberal del desarrollo, que considera que el Estado solo debe facilitar las dinámicas de desarrollo de las grandes empresas capitalistas, nacionales y transnacionales, que es lo mismo que pretende hacer el actual gobierno nacional con sus famosas “locomotoras económicas”, entregándole generosas licencias a grandes compañías para realizar explotaciones en los territorios ancestrales afrocolombianos e indígenas, en muchos casos burlando la consulta previa que ordenan la constitución, la ley y convenios internacionales. Como si en países como  Estados Unidos, Suecia, Alemania, Francia e Israel, entre otros, donde han existido unos sistemas cooperativos y asociativos tan fuertes, se tratara entonces de sociedades tribales y atrasadas. Además, ¿qué tiene de malo que un conglomerado humano quiera vivir bajo el tribalismo, si así se siente bien? ¿Porque otro tiene que pretender imponerle otra forma de vivir?  A la larga José E. exterioriza su eurocentrismo considerando que solo la civilización industrial capitalista occidental es la válida, como si los imperialistas occidentales tienen derecho a continuar imponiéndole a los demás pueblos el modelo de vida que favorezca sus intereses. Creo necesario recordarle a personas que piensan como José E. y Mera que el derecho a la autonomía y a la autodeterminación de los pueblos hace mucho rato es parte integrante y esencial del derecho internacional humanitario y de la doctrina internacional del derecho, ya quedaron atrás los tiempos cuando los colonialistas europeos a nombre de la denominada “civilización cristiana” impusieron sus sistemas de opresión esclavista y de saqueo a nuestros pueblos.
  7. Con respecto a la situación de los afrocolombianos en Antioquia, desde hace mucho rato diferentes grupos de afros organizados, con base en los mandatos constitucionales, legales y del derecho internacional humanitario, vienen generando documentos, estudios y propuestas que han presentado ante los gobiernos departamentales y locales con el propósito de construir procesos que le garanticen a estas comunidades ir rompiendo con la pobreza extrema y la marginalidad social y avanzar hacia condiciones de vida mucho mejores, que las vayan colocando en un plano de igualdad real en relación con las comunidades mayoritariamente blanco-mestizas. Encontrándose con dos grandes obstáculos que no han permitido avanzar significativamente en este propósito: 1. El exagerado individualismo, la anarquía y el oportunistas de muchos afrocolombianos y afrocolombianas, que solo están prestos a sacar ventajas personales, olvidándose de los intereses y objetivos colectivos, con lo cual han dado pretexto a los/as gobernantes y administradores/as públicos/as para negar los derechos colectivos y no cumplir los compromisos de ley. 2. Pero el obstáculo más poderoso lo constituye la actitud racista y discriminatoria de la mayoría de gobernantes, administradores/as públicos/as, diputados, concejales y de empresarios privados, que como el señor Rodrigo Meza Cadavid-el del “bollo perfumado”-, mantienen los esquemas coloniales en su mentalidad, y no consideran a los/as afros merecedores/as de las debidas atenciones, oportunidades e inversiones sociales significativas, y de esta manera les niegan sus derechos, en ocasiones en términos desobligantes, y utilizando argumentos inaceptables como: “lo que pasa es que los negros son muy desunidos y desordenados”, “los negros deben ir a buscar sus cosas al Chocó” y que “las organizaciones con que cuentan los negros son muy débiles e incapaces de formular y desarrollar proyectos”.  Cuando por ley el Estado debe ayudar al fortalecimiento organizativo y empresarial de las comunidades afros, tal como se ha hecho con los indígenas, en aras de lograr su superación. Además que alimentan el individualismo y promueven la dispersión entre los afros, ofreciéndoles solo pequeños contratos individuales a quienes garanticen votos importantes para el respectivo grupo político, o presten la razón social de sus organizaciones para los consabidos chanchullos. Al tiempo que desconocen las estructuras organizativas articuladoras que han constituido los/as afros más comprometidos con los procesos comunitarios. Mientras a los indígenas sí se les atiende a través de este tipo de estructuras organizativas, como debe ser y está  indicado por los correspondientes organismos internacionales de cooperación e integración.
  8. Lo que debe quedar claro es que el Movimiento Social Afrocolombiano inevitablemente está afectado por la corrupción, el exagerado individualismo y los oportunismos que perviven en toda la sociedad colombiana, que inclusive reproduce el sistema educativo, y entonces, con las personas y organizaciones que realmente por decenas de años vienen trabajando por la redención del pueblo afrocolombiano, interactúan otras que cobijadas con las problemáticas y el rotulo de nuestro pueblo, andan buscando objetivos muy personales, individualistas, personas que en muchos casos  actúan como agentes de quienes históricamente han oprimido a nuestro pueblo. Por ejemplo en esta oportunidad como desde hace más de 15 años, cuando se debate un nuevo plan de desarrollo de Antioquia o del Municipio de Medellín, los representantes de las organizaciones que por decenas de años vienen luchando por las reivindicaciones del pueblo afro se reunieron alrededor de un Comité Unitario, al que invitaron a participar a todas las organizaciones afros que desearan trabajar por nuestras comunidades, para elaborar una propuesta de inclusión en el Plan de Desarrollo de Medellín, 2012-2015, y después de haberse dado ya dos debates en el Concejo, donde quedó un buen ambiente para esta propuesta, aparecieron otros dos grupos de personas llevando otras propuestas al Concejo de Medellín, acompañadas de los argumentos de que esas eran las propuestas legitimas de la comunidad afromedellinense, porque ellos eran los máximos representantes de éstas. Con lo cual lo único que lograron fue dar pretextos a los concejales y al ejecutivo municipal para que den continuidad a la exclusión de nuestras comunidades. Es verdad que han existido consultivos de comunidades afrocolombianas corruptos,  irresponsables y que parece no entienden su papel, pero también existen buenos/as, trabajadores/as, estudiosos/as, conocedores/as de su papel y responsables. De igual manera hay que reconocer que los representantes del Estado no le han dado los apoyos que ordena la ley a las consultivas para qué puedan cumplir adecuadamente sus funciones de consultores y gestores comunitarios, como se lo dan a los indígenas y a representantes de otros sectores sociales. Pero esto no debe dar para afirmar que el Movimiento Social Afrocolombiano y todos aquellos que vienen al frente de él no sirven o son corruptos. Hay que ser precisos, desenmascarando a los corruptos y  a quienes solo andan buscando beneficios personales alrededor de las temáticas reivindicatorias de la afrocolombianidad, porque estos más de 500 años de pobreza extrema, marginalidad y exclusión social solo están indicando que al pueblo afrocolombiano no le queda otra alternativa que dar continuidad a sus luchas cada día más organizadamente, como corresponde a todo pueblo oprimido.  Al respecto, entre los días 17 y 21 de mayo del año en curso, se realizó en Bogotá el Encuentro Nacional de Consejos Comunitarios y Organizaciones Étnicas de Comunidades Afrocolombianas, al cual asistieron más de 500 representantes de 200 organizaciones, se debatieron las problemáticas más preocupantes de nuestras comunidades, lograndose conclusiones muy importantes para el presente y el futuro de las mismas.  Los organizadores de este evento y quienes acudieron a él solo merecen congratulaciones.
  9. Con respecto a la corrupción entre los administradores públicos de regiones y localidades afros, solo tengo que reiterar que hace parte de la realidad corrupta de Colombia, que es acolitada y en muchos casos impulsada por caciques políticos regionales y nacionales. Pero el atraso, la pobreza extrema y la marginalidad de nuestras comunidades han estado fundamentalmente determinados por el racismo y la discriminación estructurales y eurocéntricos de la sociedad colombiana,  cuyos legisladores y  gobernantes nacionales y regionales las han excluido sistemáticamente de los planes y proyectos de desarrollo, y no han garantizado ni siquiera la construcción de la infraestructura básica que exige un desarrollo socioeconómico en esta época, tales como la de generación de energía, carreteras adecuadas, ferrocarril, saneamiento básico, puertos, aeropuertos, no se ha establecido ningún programa e instituto para el estudio y desarrollo de la parte agropecuaria y la minería del Chocó y el pacífico sur, a partir de sus tradiciones y costumbres, y a las condiciones geográficas y ambientales regionales, etc. Pero de parte de los gobiernos sí se han dado miles de licencias y hasta apoyos financieros y tecnológicos a inversionistas foráneos, nacionales y extranjeros, para que vayan a depredar los ecosistemas y  a superexplotar la mano de obra de la región, sin dejarles nada que beneficie su desarrollo social y económico autóctono.  Por tanto, no se justifica que desde los mismos afrocolombianos andemos dando valides a los falaces argumentos racistas y discriminatorios de las oligarquías gobernantes, de que estamos como estamos por nuestra propia forma de ser, por nuestra propia culpa. Si bien la corrupción y la irresponsabilidad de políticos y  funcionarios públicos locales y de la región ha tenido  incidencia en la situación de atraso, pobreza y marginalización de las regiones y localidades afros, no es lo determinante, porque además, a ellas solo se les han transferido migajas sobrantes del presupuesto nacional.
Finalmente solo tengo que decir, que los artículos de José E. Mosquera Berrio y de Daniel Mera en relación con l a africanía, generalmente sus titulares y encabezamientos dan la sensación de ser propositivos, pero en la medida que uno se adentra en su lectura y análisis, se va encontrando con una carga de veneno que solo auguran la postración para el Movimiento Social Afrocolombiano y de la africanía, y no es de esperarse otra cosa porque estos dos personajes solo han andado al lado de élites tradicionales, regionales y nacionales, dueñas de grandes medios de información, más no trabajando por la redención de nuestras comunidades y pueblo. Como sí lo vienen haciendo por decenas de años aquellos/as líderes del Movimiento Social Afrocolombiano que ellos viven atacando y pretendiendo minimizar.  
Enlace al texto al que hace alusión el artículo: http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/9052794.asp

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Antumi Toasijé

Antumi Toasijé
Doctor en Historia, Cultura y Pensamiento

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