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Muhammad Ali del dolor y la opresión a la liberación y la gloria
Fuente: Flickr. East Coast Gambler
(jondmac: Muhammad Ali , from the ECG tumblr)
Por: Yeison García López
Politólogo
Años de juventud
Dentro del heterogéneo mundo de los sentimientos encontramos el dolor, pálpito acuciante que nos paraliza o nos lleva a actuar. En el momento que nos paraliza, nuestros sentidos se convierten en engranajes autómatas ante el medio que nos rodea, pasando a ser sujetos sujetados por los avatares del vivir. En contraposición, cuando nos lleva a la acción nos hace reflexionar sobre las raíces profundas de ese dolor que nos crea y nos recrea en un balanceo que es el propio sentido de la vida. Decía el intelectual británico Paul Gilroy (1995) que en los desgarros del soul, en los cánticos de las iglesias afroamericanas, en las autobiografías de ex-esclavizados, en los poemas que nos hablan de la opresión histórica de la comunidad negra americana, etc., hay otra perspectiva para entender la modernidad, es decir, el desarrollo del capitalismo, que se inaugura con la esclavización y parcial exterminio de las poblaciones originarias del llamado “Nuevo Mundo” y el posterior secuestro de personas del continente africano, el comercio triangular descrito por Eduardo Galeano (1971) entre tantos otros.
No podemos entender la figura de Muhammad Alí, (nacido como Cassius Marcellus Clay, Jr.) (1942- 2016), sin pensar que su dolor fue el motor que le impulsa a actuar. Todo empieza cuando un día de su tierna infancia, por las calles de su Louisville natal (Kentucky) le roban su bicicleta. Durante la denuncia del robo un oficial de policía, viendo la rabia de aquel niño, le aconseja que antes de hacer nada debe aprender a defenderse y que esto podría hacerlo yendo a clases de boxeo. Su adolescencia se enmarca en torno al ring, desarrollando grandes habilidades pugilísticas y una desbordante personalidad que le llevará a consagrarse como boxeador de alto nivel durante los Juegos Olímpicos de Roma (1960) donde consiguió la medalla de oro.
El dolor, ese sentimiento de mil caras se cierne sobre el joven Cassius Clay, Jr., quien con el orgullo de haberse proclamado oro olímpico representando a los Estados Unidos mira su realidad con esperanzas de cambio, y ésta le responde personificada en un camarero que le impide comer en uno de los miles de restaurantes que solo servían a personas blancas. Era la época de las leyes de Jim Crow (1876-1965) que propugnaban la segregación racial en diferentes ámbitos como la educación, transporte público, bares, restaurantes, baños, fuentes, el ejército, etc.
Es en este contexto donde el dolor por la discriminación racial, y todo lo que ésta conlleva, le habla desde la profundidad, lugar donde crecen las almas de esos seres destinados a dejar una honda huella en estos mundos que habitamos, al joven Cassius Clay Jr. Éste busca la libertad bailando en el ring con la fuerza del dolor rabioso con los que desenfundaba aquellos puños.
Mohamed Alí (Entonces Cassius Clay Jr.) medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma, 1960. Fuente: Wikipedia
Ese sentimiento convertido en motor lo llevará a enfrentarse un 25 de febrero de 1965, con tan solo 22 años, a Sonny Liston, quien ostentaba el título de campeón de los pesos pesados. Ese joven de movimientos rápidos como una mariposa y de golpes certeros como el aguijonazo de una abeja, se hizo con la victoria contra los pronósticos de la casas de apuestas, prensa y gran parte del mundo del boxeo que daban como ganador seguro a Sonny, y así se lo hizo saber al terminar el combate: «¡Tráguense sus palabras! ¡Tráguense sus palabras! ¡Soy el mejor! ¡Soy el mejor! ¡Sacudí al mundo!».
La Nación del Islam
Cuando el dolor y la capacidad de actuar se unen en una simbiosis casi mística, el silencio que en algunos momentos supone un acto de verdad, se convierte en una jaula de la cual se hace necesario escapar por angustia. Meses antes del combate con Sonny, Cassius en la búsqueda de dar cuerpo al dolor que le atraviesa, empieza a frecuentar reuniones de una organización afroamericana nacida en los años 30 que basándose en una interpretación propia del Islam, buscaba la liberación espiritual, mental, social y económica de la comunidad afroamericana, en particular, y de la comunidad negra, en general. Esta organización, liderada en aquel momento por Elijah Muhammad recibe el nombre de la Nación del Islam, y tendrá dentro de sus filas a una de las mayores figuras de la historia política de la comunidad afroamericana, Malcolm X.
La percepción de organización violenta creada por los medios de comunicación estadounidenses acerca de la Nación del Islam, retraso el anuncio en el cual el boxeador proclamaba su unión a esta organización. Desde aquí hacia adelante, Malcolm X y Cassius X primero, y más tarde Muhammad Alí, nombre elegido y designado por Elijah Muhammad, serían maestro y alumno.
Ali explicaba de esta manera su cambio de nombre a raíz de su conversión al Islam: "Cassius Clay es el nombre de un esclavo. Yo no lo escogí, yo no lo quería. Yo soy Muhammad Ali, un nombre libre, significa "amado por Dios" e insisto en que la gente lo use cuando me hablan o hablan sobre mí".
Ali y Malcolm X
Ali, ya convertido en una figura pública, se convertiría en el principal representante de la Nación del Islam, defendiendo sus proclamas por todo el ancho territorio estadounidense. El papel asignado al boxeador no se puede entender sin la situación en la que se encontraba Malcolm X en la organización. Unas declaraciones de éste, en diciembre de 1963 , días tras el asesinato de Kennedy, diciendo que era el típico caso de gallinas que vuelven al corral (expresión similar al refrán castellano que reza: "quien siembra vientos recoge tempestades"), hicieron que la Nación del Islam le sancionase a estar durante un largo periodo de tiempo fuera de la primera plana. A causa de ello y del descubrimiento de detalles escabrosos sobre la vida privada de Elijah, la relación entre éste y Malcolm X se estaba deteriorando paulatinamente hasta la ruptura total que se produciría meses más tarde.
Malcolm X y Muhammad Ali.
Fuente: Flickr, Vieilles Annonces
Tras su entrada en la Nación, la violencia de los golpes del boxeador se traslada también a las palabras con las que le hablaba a una sociedad estadounidense construida sobre el genocidio de la población nativa y la esclavización de personas secuestradas del continente africano. Decía Frantz Fanon (1961) que: "El camino redentor de las poblaciones oprimidas frente al poder opresor era la violencia liberadora", y eso eran las palabras de Alí, sarcasmo y en ocasiones severidad convertida en un discurso rápido y extremadamente inteligente contra la discriminación racial que sufría la población afroamericana.
Un punto a destacar para entender las diferentes sensibilidades organizativas por las que discurrió el dolor de la población afroamericana fue el enfrentamiento entre la Nación del Islam y el Movimiento por los derechos civiles. La primera propugnaba una tesis separatista y supremacista de la raza negra frente a la tesis integracionista e igualitaria de los segundos. Sin embargo, aunque contrarias, no se pueden entender los avances en las conquistas de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de la población afroamericana sin ambas posturas, porque éstas denunciaban de diferente manera el dolor de la población afroamericana, no se puede separar el radicalismo de la parte moderada a la hora de tratar de explicar dichas conquistas.
El abandono de Malcolm X de la Nación del Islam el 8 de marzo de 1964, supone la ruptura de la amistad entre el maestro y el alumno. Alí, presionado por su papel en la organización, dirigió duras palabras contra la figura de Malcolm X, a quien tachó de traicionar a Elijah y a su misión de liberación de la comunidad negra. Años más tarde, tras el asesinato de Malcolm X y el abandono de Ali de la Nación del Islam Alí escribiría: "Malcolm fue el primero en escribir la verdad, que el color no hace malvado al hombre. Es el corazón, el alma y la mente lo que define a una persona. Malcolm era un gran filósofo y un amigo aún mejor. Tal vez nunca me hubiera convertido en musulmán si no fuera por Malcolm. Si pudiera regresar y hacerlo todo de nuevo, nunca le hubiera dado la espalda".
Muhammad Ali y el denominado "Tercer Mundo".
El dolor como acto fundacional de diversas acciones, no sólo educa la sensibilidad en la tarea de tratar de percibir y auscultar las propias ramificaciones internas de éste sino que lleva a intentar comprender el dolor ajeno. Y es por ello que el entendimiento de Ali sobre la opresión y la discriminación racial que sufría, y sufre, la comunidad afroamericana, se extrapola a los pueblos del mundo que se encontraban bajo el yugo de la opresión colonialista, y más tarde neo-colonialista.
Ali enmudece al mundo al negarse en 1967 a ir a luchar con el ejército estadounidense, que estaba en aquellos momentos en misión que denominaban de “pacificación y protección de los derechos humanos” en Vietnam. La objeción de conciencia a la que aludió Ali supone un acto de valentía cuando lo situamos en el contexto de guerra fría en el que se dio. La persecución mediática e institucional (la retirada de licencia de boxeo y la condena de cinco años de cárcel junto al pago de una multa de 10.000 dólares) a la que se ve sometido no le arrebató verdad a sus palabras, no le enmudeció a la hora de denunciar la barbarie que se estaba cometiendo contra el pueblo vietnamita, y es tal la profundidad de su pensamiento que entendió que era una guerra imperialista y racista: “Pregunten todo lo quieran sobre la guerra de Vietnam, siempre tendré esta canción: No tengo problemas con los Vietcong… porque ningún Vietcong me ha llamado nigger”.
Como años antes ya había entendido W.E.B. Du Bois, la lucha de la comunidad afroamericana está ligada a la lucha contra la opresión de los diferentes pueblos no blancos del mundo.
En el periodo de las descolonizaciones africanas Ali visitó la Ghana de Kwame Nkrumah y el Egipto de Nasser en una gira por África donde se daría cuenta de hasta dónde y con qué fuerza había llegado la influencia de su lucha. Años más tarde volvería para enfrentarse a George Foreman en el Zaire de Mobutu Sese Seko, donde se proclamó por segunda vez campeón del mundo de los pesos pesados. La película documental de Leon Gast y Taylor Hackford “Cuando éramos reyes” (1996) refleja fielmente el ambiente que rodeó esta pelea.
Ali se hizo con las riendas de ser un referente político para todos aquellos pueblos oprimidos que buscaban el camino hacia una libertad negada durante mucho tiempo. En un mundo fragmentado, Ali era la figura que encarnaba las esperanzas por un mundo diferente, en el cual él creía. Su visita a Nelson Mandela tras su salida de la cárcel demuestra su fe por el cambio y sobre todo la compresión del dolor del pueblo sudafricano.
Ali y Frazier en 2003. Fuente: Cliff, Flickr.
Fue una de esas personalidades que analizando la situación de su tiempo, decidió dar un paso al frente, utilizando su posición mediática, también llena aspectos negativos, para reclamar y exigir justicia, para denunciar el racismo estructural de la sociedad americana, para convertirse en una figura política internacional contra la opresión de los pueblos. Hoy en día, encontramos a muy pocos deportistas mediáticos con un hacer político tan comprometido y directo. Conocedor de su papel y de su fuerza ante el gran público, Ali, fue más que uno de los mejores deportistas del siglo XX, fue un hombre de justicia; un legado para la humanidad. Ali superó el dolor paralizante y lo convirtió en vida.
Ya su estrella surcó por el ancho más largo de la noche constelada, dejando un rastro de esperanza para aquellos que a fuerza de entender su dolor no soportan la injusticia.
En honor a Muhammad Ali, fallecido 3 de junio de 2016, por siempre en nuestras mentes: En un rincón del cielo, tu mirada desafiante, nos desvela el secreto de agarrar con las manos, la luz y la oscuridad que reinan en estos valles.
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