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Hace 55 años que EEUU, Bélgica y la ONU asesinaron a Patrice Lumumba

Hace 55 años, agentes de los servicios secretos belgas y de la CIA introdujeron el cuerpo de Patrice Lumumba en un barril de ácido y lo hicieron desaparecer. El Congo pudo haber ido hacia una democracia y, por el contrario, se encaminó hacia una de las peores dictaduras del siglo XX, la de Mobutu Sese Seko que se prolongó del 24 de noviembre de 1965 al 16 de mayo de 1997.


Prime Minister Lumumba by reddartfrog, devianart.com
El primer jefe de gobierno democrático de la República Democrática del Congo, Patrice Émery Lumumba, buscó la descolonización del país en manos de Bélgica y destruir totalmente el poder imperialista europeo presente en África, erradicar el ultraje y el expolio que durante siglos había sufrido el continente.
En 1958 se orientó decididamente hacia la lucha por la liberación del Congo por las escasas posibilidades de acción social que le permitían las autoridades coloniales belgas y así fundó el Movimiento Nacional Congolés, partidario de crear un Estado independiente y laico, cuyas estructuras políticas unitarias ayudaran a superar las diferencias tribales creando un sentimiento nacional.
Tras la independencia de Bélgica, en 1960, el Congo celebró elecciones, y Patrice Lumumba, líder de la lucha independentista, llegó a la presidencia con un programa nacionalista y de izquierda.
Lumumba no pudo impedir que la retirada del ejército belga diera paso conflicto político con pronunciamientos militares, ataques a la población blanca y disturbios generalizados.
La rebelión fue especialmente grave en la región minera de Katanga, que se declaró independiente bajo el liderazgo de Moise Kapenda Tshombe; Lumumba denunció que esta secesión había sido promovida por el gobierno belga en defensa de los intereses de la compañía minera que explotaba los yacimientos de la región.
Lumumba pidió ayuda a la ONU, que envió un pequeño contingente de «cascos azules» incapaces de restablecer el orden, y por eso pidió el apoyo de la Unión Soviética, con lo que amenazó directamente los intereses occidentales.
El presidente de EE.UU., Eisenhower, dio entonces orden de eliminarlo. Y envió al agente de la CIA Frank Carlucci, quien luego sería secretario de Defensa de Ronald Reagan.
Un golpe de Estado derrocó a Lumumba en septiembre de 1960. Fue torturado brutalmente y fusilado por mercenarios belgas, que disolvieron su cuerpo en ácido y esparcieron sus restos para que no fuera reconocido.
Hace bien poco, en noviembre de 2001, el parlamento de Bélgica reconocía la responsabilidad de su Estado en la muerte de Patricio Lumumba.


Lumumba detenido
Fue asesinado el 17 de enero de 1961, de esa manera por la gran lucha política e ideológica que realizó para dar a conocer la unidad como instrumento y vía para el logro de la liberación por parte de los pueblos africanos, de los yugos coloniales que se mantenían en el momento en que libró su lucha y que aún se mantienen, incluyendo entre ellos al neocolonialismo naciente y al imperialismo norteamericano que ya comenzaba a meterse en los países africanos para sumarse a los saqueadores de las riquezas del continente.
El pensamiento de Patrice Lumumba constituyó un peligro para las potencias occidentales explotadoras de los pueblos africanos. Medio siglo después, las autoridades estadounidenses han reconociido su implicación en el derrocamiento y asesinato del líder congoleño.

​Vista en la distancia, su lucha fue la misma que hoy se libra en Nuestra América por darle una verdadera independencia.

Fuente (con modificaciones): Telesur

Para resumir el pensamiento político de Patrice Lumumba ofrecemos aquí dos documentos de gran valor traducidos al castellano, se trata de la carta escrita a su esposa poco antes de ser asesinado y el discurso pronunciado ante el Rey Balduino I de Bélgica en la ceremonia de Independencia del Congo.

Carta Testamento de Patrice Lumumba a su esposa (enero de 1960)

Mi querida compañera:
Te escribí estas palabras sin saber siquiera cuándo te llegarán ni si estaré con vida cuando las leas. A lo largo de toda mi lucha por la independencia de nuestro país, nunca he dudado, ni un instante, del triunfo final de la causa sagrada a que mis compañeros y yo hemos dedicado toda nuestra vida. Pero aquello que nosotros queríamos para nuestro país, su derecho a una vida honorable, a una dignidad sin mancha, a una independencia sin restricciones, el colonialismo belga y sus aliados occidentales, que han encontrado apoyo directo e indirecto, declarado y no declarado, entre algunos altos funcionarios de las Naciones Unidas  –ese organismo en el que depositamos toda nuestra confianza cuando apelamos a su asistencia–, ellos, nunca lo han querido.

Ellos corrompieron a algunos de nuestros compatriotas y compraron a otros, contribuyeron a deformar la verdad y a ensuciar nuestra independencia. ¿Qué más puedo decir? Que muerto, vivo, libre o encarcelado por orden del colonialismo, no es mi persona lo que cuenta: cuentan el Congo, y nuestro pobre pueblo, con su independencia transformada en una jaula, donde se nos mira desde afuera, ya con cierta compasión benévola, ya con alegría o placer. Pero mi fe seguirá inmutable.

Sé, y lo siento desde el fondo de mí mismo, que tarde o temprano mi pueblo se librará de todos sus enemigos, internos y externos, que se levantará como un solo hombre para decirle que no al colonialismo degradante y vergonzoso, y para reconquistar su dignidad bajo un cielo puro.

No estamos solos. África, Asia y los pueblos libres y liberados en todos los rincones del mundo estarán  siempre al lado de los millones de congoleses, que no cesarán de luchar sino el día en que ni los colonizadores ni sus mercenarios existan ya en nuestro país.

Quiero que a mis hijos, a quienes dejo para no verlos quizá nunca, se les diga que el futuro del Congo es hermoso. El Congo espera de ellos, como de todo congolés, la ejecución de la sagrada tarea de reconstrucción de nuestra independencia y de nuestra soberanía; porque sin dignidad no hay libertad, sin justicia no hay dignidad y sin independencia no hay hombres libres.

Las brutalidades, las sevicias, las torturas, no me han inducido nunca a pedir clemencia, porque prefiero morir con la frente alta, con mi fe inconmovible y mi confianza profunda en el destino de nuestro país, antes que vivir en la sumisión y en el desprecio a los principios que me son sagrados.

La historia dirá un día su palabra, pero no será la historia que se enseñe en Bruselas, en París, en Washington o en las Naciones Unidas: será la que se enseñe en los países liberados del colonialismo y de sus títeres. África escribirá su propia historia, de gloria y de dignidad, al norte y al sur del Sáhara.

No me llores, compañera. Sé que mi país, que sufre tanto, sabrá defender su independencia y su libertad.

! Viva el Congo ! ! Viva África !
(PatriceLumumba. "Carta a su esposa". enero 1961)

Discurso de proclamación de la Independencia del Congo (30 de junio de 1960)



Hombres y mujeres del Congo,

Victoriosos luchadores de la independencia,

Los saludo en nombre del gobierno congolés.

Les pido a todos ustedes, amigos míos, quienes pelearon incansablemente en nuestras filas, marcar este 30 de junio de 1960, como una fecha ilustre que quedara por siempre grabada en sus corazones, una fecha cuyo significado le explicarán orgullosamente a sus hijos, para que ellos en su momento les puedan contar a sus nietos y bisnietos la gloriosa historia de nuestra lucha por la libertad.

Aunque esta independencia del Congo está siendo proclamada hoy en acuerdo con Bélgica, un país amistoso, con el que estamos en igualdad de términos, ningún congolés olvidará que la independencia se ganó en lucha, una lucha perseverante e inspirada que ocurrió en el día a día, una lucha, en la qué no nos intimidamos por la privación o el sufrimiento y no escatimamos fuerza o sangre.

Estuvo llena de lágrimas, fuego y sangre. Estamos profundamente orgullosos de nuestra lucha, porque era justa y noble e indispensable para poner fin a la humillante esclavitud que nos fue impuesta.

Esa fue nuestra suerte durante los ochenta años de dominio colonial y nuestras heridas están muy frescas y son demasiado dolorosas para ser olvidadas.

Hemos experimentado trabajo forzoso a cambio de una paga que no nos permitía satisfacer nuestra hambre, vestirnos, tener alojamiento decente o criar a nuestros hijos como seres amados.

Mañana, tarde y noche éramos sometidos a burlas, insultos y golpes porque éramos "Negros". ¿Quién podrá olvidar que el negro era tratado como "tú", no porque fuera un amigo, sino porque el respetuoso "usted" estaba reservado para el hombre blanco?

Hemos visto nuestras tierras confiscadas en nombre de leyes aparentemente justas, que daban reconocimiento sólo al derecho de la fuerza.

No hemos olvidado que la ley nunca fue la misma para el blanco y para el negro, que era indulgente para unos, y cruel e inhumana para los otros.

Hemos experimentado sufrimientos atroces, hemos sido perseguidos por convicciones políticas y creencias religiosas, y exiliados de nuestra tierra natal: nuestra suerte fue peor que la muerte misma.

No hemos olvidado que en las ciudades las mansiones eran para los blancos y las chozas en ruinas para los negros; que un negro no era admitido en los cines, restaurantes y tiendas reservadas para los "europeos"; que un negro viajaba en el compartimento, bajo los pies de los blancos en sus cabinas de lujo.

¿Quién podrá olvidar los tiroteos que mataron a tantos de nuestros hermanos, o las celdas en las que eran arrojados sin piedad aquéllos que no estaban dispuestos a someterse por más tiempo al régimen de injusticia, opresión y explotación usado por los colonialistas como herramienta de su dominación?

Todo eso, hermanos míos, nos trajo un sufrimiento indecible.

Pero nosotros, que fuimos elegidos por los votos de sus representantes, representantes del pueblo, para guiar a nuestra tierra natal, nosotros, que hemos sufrido en cuerpo y alma la opresión colonial, nosotros les decimos que de ahora en adelante todo eso está terminado.

La República del Congo ha sido proclamada y el futuro de nuestro amado país está ahora en las manos de su propio pueblo.

Hermanos, comencemos juntos una nueva lucha, una lucha sublime que llevará a nuestro país hacia la paz, prosperidad y grandeza.

Juntos estableceremos justicia social y aseguraremos para cada hombre una remuneración justa por su trabajo.

Le mostraremos al mundo lo que el hombre negro puede hacer cuando trabaja en libertad, y haremos del Congo el orgullo de África.

Vigilaremos que las tierras de nuestro país nativo realmente beneficien a sus hijos.

Revisaremos todas las viejas leyes y las convertiremos en unas nuevas que sean justas y nobles.

Detendremos la persecución del libre pensamiento. Vigilaremos que todos los ciudadanos disfruten en toda su extensión las libertades básicas previstas por la Declaración de Derechos Humanos.

Erradicaremos toda discriminación, cualquiera que sea su origen, y aseguraremos para todos un paso por la vida adecuado a su dignidad humana y que corresponda a su trabajo y su lealtad con el país.

Instituiremos en el país una paz basada no en las armas y las bayonetas sino en la concordia y la buena voluntad.

Y en todo esto, mis queridos compatriotas, podemos confiar no solo en nuestras propias enormes fuerzas y riqueza inmensa, sino también en la asistencia de los numerosos estados extranjeros, cuya cooperación aceptaremos cuando no esté encaminada a imponernos una política foránea, sino sea dada en un espíritu de amistad.

Incluso Bélgica, que finalmente ha entendido la lección de la Historia y no necesita oponerse más a nuestra independencia, está preparada para darnos su ayuda y amistad; para ese fin un acuerdo acaba de ser firmado entre nuestros países iguales e independientes. Estoy seguro que esta cooperación beneficiará a ambos países. Por nuestra parte, trataremos, mientras permanecemos vigilantes, de observar los compromisos que hemos hecho libremente.

Así, tanto en la esfera interna como externa, el nuevo Congo siendo creado por mi gobierno será rico, libre y próspero. Pero para alcanzar nuestro objetivo sin demora, les pido a todos ustedes, legisladores y ciudadanos del Congo, darnos toda la ayuda que puedan.

Les pido a todos que entierren sus riñas tribales: nos debilitan y pueden hacer que nos desprecien en el exterior.

Les pido a todos que no retrocedan ante cualquier sacrificio por el bien de asegurar el éxito de nuestra gran empresa.

Finalmente, les pido incondicionalmente que respeten la vida y propiedad de los ciudadanos y extranjeros que se han asentado en nuestro país; si la conducta de estos extranjeros deja mucho que desear, nuestra Justicia los expulsará pronto del territorio de la república; si, por el contrario, su conducta es buena, deben ser dejados en paz, pues ellos, también, están trabajando por la prosperidad de nuestro país

La independencia del Congo es un paso decisivo hacia la liberación del continente africano entero.

Nuestro gobierno, un gobierno de unidad nacional y popular, servirá a su país.

Hago un llamado a todos los ciudadanos congoleños, hombres, mujeres y niños, para que adopten con resolución la tarea de crear una economía nacional y asegurar nuestra independencia económica.

¡Gloria eterna a los luchadores de la liberación nacional!

¡Viva la independencia y la unidad africana!


¡Viva el Congo independiente y soberano!



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Antumi Toasijé

Antumi Toasijé
Doctor en Historia, Cultura y Pensamiento

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