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Lago de Paz y otros poemas de Francisco Ballovera Estrada
Lago de Paz Por mi oscura senda de espinas, de hierbas y de baches que he de asfaltar, y mi desafortunada vida que la ingrata holgura de este árbol y de estas ramas os imperan volver a llenármelas de congojas. No me importáis vosotras, hojas y sabed, que pudiera yo exclamar desde la cima del monte Sanchagü, Annobón, y deciros con gemidos: ¡Maldita sea vosotras, hojas arbóreas! Pero me condenaría el misericordioso, “Cordero Santo”. De hecho, hoy y mañana Os estaré anhelando con júbilo: Un lago de paz, de comprensión, y una canción mensajera, que os la canten los niños, las cigüeñas, las langostas y la inmensa mar. Que os la canten ellos. Vates Erial de sendas acongojadas son las nuestras, vates de todos los siglos. Donde la tormenta económica, política y sentimental nos azota por igual. Tú, gentil alma gemela mía de largo viaje hasta aquí, cuando un día entre tus plegarias y plumas nazca un espíritu místico para implorar por nuestras almas, dígale a Dios, por piedad: Soy un vendaval. Doy gracias a Dios, por castigarme de mis caídas voluntarias y por premiarme de mis actos benévolos; doy gracias a mi Annobón, por esperar de mí y por permitir ser yo su hijo; doy gracias a mi África, por no desgajarme de mi cruda tradición; doy gracias a los dioses, por acudir a mi encuentro cuando les invoco; doy gracias a ti, amigo mío, por ser tú mi amigo; doy gracias a mi principio, idiosincrasia, dignidad, templanza… por permitirme ser como soy; doy gracias a ti, viento del sur y del norte, por barrer a vuestra suerte las mentes nefastas que obran en vuestros territorios; doy gracias a ti, naturaleza enigmática, por no dejarme saber de dónde vendo ni hacia dónde me iré; … y en efecto, otra vez, amigo mío, te doy gracias por quererme como soy. Annobón de Hoy Annnobón de carreteras y Annobón de puertos. Annnobón de lujosos hoteles Y Annnobón de emblemáticos pisos. Annnobón de aeropuertos y Annnobón de puentes. Annnobón de uvas, bares… y Annnobón de bodegas. ¡ Ay, Annobón de hoy: Annnobón sin colegios, Annnobón sin bibliotecas,… Y Annnobón sin hospitales! Esta desolada tarde fría, la mía, cuando las gaviotas vuelan Y vuelan hacia mi lejano sur de seco sol e invade en el fondo de mi alma melancolía y arduo dolor por lo distante que te tengo, amada tierra, es cuando más me duele. Allá, en su más frondoso bosque verde; Allá, en sus fértiles fincas lejanas y cercanas; fincas trabajadas también por aquellos que hoy sus espíritus merodean en alto de los montes y bosque. ¡Ay, mi Palea, no sabes cúanto me duele esta nostalgia! Annnobón, Annnobón… Amada tierra, qué bien saber que te debo mi conciencia, qué bien saber que te debo mi alma y mi espíritu y qué bien saber que te debo, en suma, lo que soy. Pues congojas y llantos no cesan en mis ojos, ni en mis labios por tu rostro de hoy; ¡Ay, Annnobón!, cuántos anhelos y añoranzas de tu ayer semblante me llena el alma de orgullo. Annnobón de ayer y de hoy; Ojala volvieran a estas tierras las almas huidas ayer a los montes y bosque para ver y contemplar esta tempestad… lo juro, amada tierra, no se lo creerán. El canto del gallo Vate de diplomas y de comercio no soy. Sé que mi cantar de un espíritu benigno procede. Cuando tenga que partirme con cabeza bien alta me iré. Que el canto de gallo, no tiene precio. |
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Annobón, Francisco Ballovera Estrada, Fútbol de Guinea Ecuatorial, Poesía, Poesía Wanafrika.org
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