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Mozambique contra la esclavitud colonial
Por: Roberto Correa Wilson: Periodista cubano especializado en política internacional, ha sido corresponsal en varios países africanos y es colaborador de Prensa Latina.
10 provincias, 1 ciudad (cidade)*;
1 Cabo Delgado, 2 Gaza, 3 Inhambane, 4 Manica, 5 Maputo*
6 Maputo, 7 Nampula, 8 Niassa, 9 Sofala, 10 Tete, 11 Zambezia |
La entrada en la historia de la zona donde se encuentra Mozambique se sitúa en la utilización del hierro y la diversificación de los cultivos durante la etapa en que aparecieron las tribus bantúes, procedentes de las regiones septentrionales. Los bantúes se establecieron en Camerún, una nación ubicada en la parte occidental del continente, y desde aquí efectuaron un gran movimiento migratorio que abarcó varias etapas; originalmente este grupo étnico procedía de Africa Ecuatorial.
La emigración bantú se inició alrededor del siglo X hacia las áreas del este, centro y sur de Africa, a las cuales llevaron los adelantos obtenidos en la fabricación de herramientas que utilizaban en la agricultura y también su organización social. Eso fue lo que ocurrió con Mozambique, en el Africa Oriental, al impactar tanto en la economía como en la cultura, e igualmente por la relación comercial con Asia Menor, la India y el Lejano Oriente a través del océano Indico, al ser ya poseedor de los instrumentos de hierro producidos por los bantúes.
Desde los años 300 o 200 a.n.e., la zona se vio influenciada por los árabes, y posteriormente por indios, persas y chinos; dos mil años de comercio por el Indico fueron favorables para el desarrollo de ciudades-Estado como Kilwa, Malindi, Sofala y Mombasa.
Los contactos entre Portugal y parte de lo que es Mozambique se iniciaron con la llegada del navegante Vasco de Gama en 1498; tanto en esta zona como en el resto del continente al sur del Sahara, fueron los lusitanos los primeros europeos que pisaron el territorio africano.
Asimismo fueron los portugueses los pioneros en el comercio de esclavos con destino a la colonia de Brasil en Suramérica, donde se les vendían a los propietarios de plantaciones agrícolas. Pero la llegada de Vasco de Gama en el siglo XV a Mozambique no tuvo la intención de implantar un sistema esclavista como el establecido por sus compatriotas en otras zonas del continente; el rey Manuel, de Portugal, estaba interesado en la apertura de una ruta comercial más segura hacia la India.
El monarca financió el proyecto del navegante; el arribo de los extranjeros no fue bien recibido por los nativos, quizás como una premonición de los sufrimientos que esa presencia europea les acarrearía y le ofrecieron una permanente resistencia.
En 1505 el Rey portugués dio órdenes de esclavizar a los mercaderes musulmanes establecidos en Sofala, pero anteriormente los lusitanos habían explotado las rivalidades existentes entre las ciudades-Estado para fortalecer su posición en la región.
Los conquistadores nunca lograron imponer un control político duradero, excepto en una delgada faja costera que iba desde cabo Delgado hasta Sofala, donde estaban empeñados en controlar el comercio de oro que procedía de las proverbiales Minas del rey Salomón.
En la Conferencia de Berlín (1884-1885), las potencias coloniales europeas se repartieron el continente africano; grupos étnicos, y hasta familias quedaron divididos por el trazado arbitrario de las fronteras a conveniencia de los colonialistas. Portugal siguió una política oscilante en sus territorios.
Esa política puede resumirse de esta manera: utilizó los medios a su alcance para infiltrar desde simples mercaderes hasta granjeros, también envió misioneros que enarbolaban la religión cristiana con vistas a la conquista, en oposición a las creencias animistas de la población autóctona.
En los lugares donde la autoridad nativa era fuerte y los preparativos militares adecuados para la resistencia, los portugueses tuvieron un cuidado especial; prepararon el camino mediante contactos con esos Estados utilizando enviados especiales para conocer sus debilidades y fortalezas, y luego atacaban con la tradicional excusa de la provocación o para proteger a los blancos o misioneros.
La guerra contra Gaza, uno de los últimos imperios de Mozambique, fue justificada de esa manera; iniciada en 1895, finalizó tres años después con la captura y deportación del rey Gungunhana hacia Portugal. La deportación del monarca nativo no impidió que continuaran los enfrentamientos contra el invasor, como pretendían los portugueses; casi a fines del siglo XIX, el país ibérico obtuvo el control total de la nación africana para desarrollar a partir de entonces una política colonial propiamente dicha.
Como ocurrió en todos los países donde se implantó el sistema colonial, la población autóctona carecía de derechos elementales, los abusos y crímenes eran frecuentes, mientras los ocupantes explotaban las riquezas naturales en beneficio de la metrópoli.
Bandera de Mozambique |
Después de una prolongada guerra de liberación que cobró la vida de miles de mozambicanos, el país obtuvo su independencia el 25 de junio de 1975; desde la llegada del navegante Vasco de Gama hasta la emancipación, transcurrieron casi cinco siglos. En la hora del recuento, el pueblo rindió homenaje al rey Gungunhana y a todos los pioneros que con él combatieron contra el dominio y explotación de Portugal.
Etiquetas:
colonialismo, Historia, Mozambique, Roberto Correa Wilson
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