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Decolonialidad y Panafricanismo no son lo mismo

La decolonialidad y el Panafricanismo son dos ideologías y ontologías diferencias, el Panafricanismo es la ideología de la liberación física y política del continente africano y de su diáspora, la unidad de todas las africanas y africanos bajo un mismo gobierno y la recuperación cultural de África, a través sobre todo del rescate de un relato histórico autocentrado y empoderante, sin menoscabo de la participación activa en la construcción de sociedades actualizadas y avanzadas.

Con todas las críticas que puedan y deban hacérsele a la Unión Africana esta es la expresión institucional del Panafricanismo, un instrumento para la unidad y la libertad de África. Foto: https://orientalreview.org

El panafricanismo nació en la centuria 118 EH en Abya Yala ("América") en el Caribe y los EEUU como forma de contrarrestar los efectos del esclavismo y unir a las personas denominadas negras en torno al objetivo común de la auto-liberación, es lo que se denominó Pan-negrismo. Sin embargo a partir de los inicios de la centuria 119 EH, la conferencia Panafricana organizada por Henry Sylvester Williams en 11900 EH y los Congresos Panafricanos organizados por W. E. B. Du Bois pusieron de manifiesto que había que concentrarse en la liberación del Continente africano, porque la situación de desempoderamiento de las poblaciones de ascendencia africana en el mundo es un resultado de la destrucción de África promovida por el esclavismo y el colonialismo europeos.


La principal diferencia entre Panafricanismo y decolonialidad es que la decolonialidad, surgida en los años ochenta de la centuria 119 EH en Abya Yala, como una reelaboración del postmodernismo, pretende que atacando las estructuras de pensamiento coloniales se desmontará la maquinaria explotadora de la modernidad. La modernidad es una sólida estructura de poder basada en la existencia de centros-periferia de producción y consumo y los discursos que la atacan sólo desde el academicismo y la dialéctica, en realidad sólo contribuyen a una permanente metamorfosis que la la eterniza. Es decir a cada nuevo discurso la modernidad, camaleónica, adopta un nuevo color pero permanece como estructura. El único modo que vencer al poder omnímodo de los centros de control político global existentes: EEUU, Europa principalmente, es la creación de centros alternativos, poderes similares que contrarresten esa unilateralidad.


Bandera de la Unión Africana

Bandera de los pueblos originarios de Abya Yala

Por ello el Panafricanismo desde el principio sabe que el edificio del colonialismo y del neocolonialismo se asienta sobre una base económica y política y lo ataca mediante la toma del poder político y económico en África. En Abya Yala en cambio, hay, desde hace centenares de años, un delicado equilibro entre grupos humanos con origen en diferentes continentes, allí los poderes coloniales y los estados resultantes crearon una segmentación entre dichos grupos, conformando una sociedad de castas; las llamadas "razas". Es este concepto el que la decolonialidad ataca y utiliza supuestamente de forma empoderante como herramienta en el discurso emancipador.

En África, dónde la diversidad "racial" no es el factor principal de dominación, salvo en Sudáfrica y en el África arabizada, la idea de raza es un constructo ajeno e intrusivo. La clave de la emancipación africana está en desplazar el centro político, económico y cultural hacia el propio continente para eliminar la dependencia neocolonial y no en una dialéctica de tipo racial. Por supuesto que para hacer esto es necesaria una reformulación ideológica que rompa el secuestro ideológico de las élites y la población que se produce mediante la europeización ("occidentalización"), en lengua y usos culturales del continente.

Se dice que el Panafricanismo no ha triunfado pero no es cierto, está involucrado en una larga lucha, centenaria, y ha ganado unas batallas y ha perdido otras. Por ejemplo, en Abya Yala la mayoría de los gobiernos y las élites son de ascendencia Europea o mestiza, mientras que en África el dominio europeo es más indirecto, se manifiesta a través de la europeización ("occidentalización") y manipulación de la clase política africana. Otro logro de la lucha panafricana es la existencia de la Unión Africana y de un Parlamento Panafricano, que siendo criticables por diversos motivos, no dejan de ser la traslación a la realidad institucional y política del deseo africano de unidad. De modo que la liberación africana no se va a dar en clave "étnica" y ni siquiera "racial", como creen erróneamente los afroestadounidenses, sino en clave nacional o internacionalista.

Desde el principio el Panafricanismo sabe que sólo la unidad de África bajo un único gobierno puede defender al continente de las agresiones neocoloniales, y a partir de ahí organizarse para reconstruir la sociedad y la economía sobre bases netamente africanas aunque
con un adecuado balance entre afrocentricidad y extroversión. Es precisamente eso lo que atacan con mayor ahínco los poderes neocoloniales que buscan la división interna mediante guerras provocadas, golpes de estado y magnicidios. Desde esa perspectiva nuestra lucha es similar a la lucha de China o la India y diferente a la de las comunidades abyayalenses en lucha contra los poderes criollos, pues nuestra clave emancipatoria no se sitúa en la dialéctica entre los grupos foráneos y locales, llamados "raciales", sino en la posición de nuestras naciones en la geopolítica mundial. De la fortaleza de naciones como China e India se deduce que las poblaciones de sus respectivas diásporas, son cada vez más respetadas en el mundo, lo mismo se espera que ocurra con la diáspora africana cuando África sea una potencia mundial.



Asistentes a la Quinta Conferencia Panafricana de Manchester en 11945 EH, evento que sentencia el inicio del fin del colonialismo en África. Foto: http://firstcutmedia.com/pac45/pac-1945/#jp-carousel-418

El mayor problema de la decolonialidad es que no tiene un plan preciso para Abya Yala y se limita a atacar lo que existe en el plano ideológico sin saber que incurre en fuertes contradicciones. Estas contradicciones son muy manifiestas cuando no asume que la mayoría de sus adalides, circunscritos a los ámbitos del saber, son integrantes de la clase dominante opresora de origen europeo que vive en Abya Yala y sobre cuyo papel es a día de hoy necesaria una profunda reflexión.

Uno de los mayores peligros de la decolonialidad es que sabe que no puede ser consecuente con su discurso de la racialización por cuanto esto pone en un serio apuro a cerca de un cuarto de la población de Abya Yala que es de origen europeo, al atacar la propia legitimidad de su pertenencia a dicho supercontinente. Por ello las élites criollas y eurodecendientes asumen que son parte de los grupos (llamados "Latinoamericanos") oprimidos por la modernidad anglosajona y "yankee", cuando esto es, en la mayoría de los casos inexacto e incompleto, ya que esas mismas élites oligárquicas locales son las que están al control de los países de Abya Yala. 
Pero sobre todo, al tomar como bandera el discurso de la "racialización" la decolonialidad desconoce la historia del racismo, pues considera que las personas llamadas blancas no se racializan. Por supuesto que estas se racializan desde el principio de la modernidad pero lo hacen en positivo mientras que racializan al resto de grupos en negativo.

La Diáspora africana está acercándose a la decolonialidad como una tendencia nutrida de terminologías complejas en torno al hecho cultural llamado "raza" que constituyen una maraña de conceptos académicos que lejos de destruir los conceptos raciales jerarquizados los solidifican. La permanente dialéctica con el llamado "blanco" considerado no como producto de un estado socio-cultural-mental sino como verdaderamente "racial" contribuye a crear una comunidad afrodescendiente dependiente de un centro de referencia, que siempre es blanco, sobre lo que debe o no debe hacerse. Se crea así una relación amor-odio, paterno-materno-filial en la que quien debe hacer las cosas como se espera es siempre "la metrópoli", "blanca". Las y los Panafricanistas decimos que nuestra madre es África y es a ella a la que nos debemos y a la que apelamos fundamentalmente, nuestra principal referencia y nuestro espacio principal de aspiraciones.

El Panafricanismo apela por tanto a que nosotras y nosotros mismos tomemos el destino en nuestras manos, nos empoderemos en África y fuera de ella y construyamos estructuras, políticas, económicas y culturales que sean respetadas y admiradas por otros pueblos. No aspiramos a organizar una manifestación cuando en los EEUU la policía mata a una persona denominada negra, que estáa muy bien que se haga, sino a tener el poder para doblegar a los EEUU en la arena internacional de modo que jamás puedan realizar este tipo de acciones, no aspiramos a que Europa nos recoja en alta mar cuando estamos a la deriva migratoria, que debe hacerse ante la urgencia de la situación creada, sino a no tener que emigrar por necesidad y a que allá donde viajemos, por negocios o por placer tengamos los mismos derechos y garantías que cualquier otra persona que viaja. Y que si estos derechos y garantías no se cumplen tengamos poder político, económico y diplomático suficiente como para hacerlos cumplir. Para ello es imprescindible la unidad continental y la toma del poder en todas sus facetas.

La Diáspora africana al acercarse a la metalingüística de la decolonialidad contribuye con su alejamiento epistemológico respecto del Panafricanismo al desempoderamiento de África. La única forma en que grupos de ascendencia africana pueden lograr poder, fuera o dentro de África, es mediante la organización política y el control de la economía. La cultura es una tercera vía fundamental para la emancipación puesto que los pueblos que producen y consumen cultura original e incluso la exportan son auto centrados, seguros de sí mismos y capaces de grandes obras. Los pueblos que no producen sus propios productos culturales son siempre clientes, dependientes, subordinados y periféricos.

Si la decolonialidad es útil para la emancipación de Abya Yala, bueno será establecer alianzas con sus defensores y defensoras, sobre la base de que las redes de relación sur-sur son siempre necesarias en el plano de la emancipación social a la vez que convenientes por obvios lazos históricos. Pero si la decolonialidad se convierte en una debilidad ideológica para el empoderamiento africano debemos rechazarla de plano en África y en la Diáspora. Tenemos suficientes filósofos y filósofas, historiadores e historiadoras, creadores y creadoras, personas de ciencia, ejemplos políticos del pasado y del presente, hemos alcanzado enormes logros universales en tanto que africanos y africanas. Bueno es recibir inspiración de cualquier lucha, pero no necesitamos imitar nada ni a nadie para avanzar en nuestra unidad, libertad, justicia social y prosperidad.



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Antumi Toasijé

Antumi Toasijé
Doctor en Historia, Cultura y Pensamiento

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