.

Chocó tierra de quereres, amores, placeres, vida y emoción

Una procesión en el Río Atrato en Chocó

Por Laura Victoria Valencia Rentería

Me permito tomar prestado el título del encabezado de éste texto, de la estrofa de una de las tantas canciones del lamento chocoano, impreso a fuego en el alma de sus gentes como un signo indeleble de su identidad, evocadora de la lucha de aquellos primeros cimarrones que huyendo de la esclavitud, buscaron refugio en su abrupta selva, que era lo más parecido al África que, a consecuencia de la ambición del hombre blanco, habían dejado atrás, muy a su pesar y en contra de su voluntad. 

Cabe recordar, que los negros jamás se entregaron, jamás se rindieron, jamás se resignaron y jamás claudicaron ni claudicarán, aunque algunos crean ver en ése carácter apacible y bondadoso y, en ésa particular forma de entender la vida, una actitud de resignación perpetua. "Mide tu cuarta y párate en ella" dicen, pero de cuarta en cuarta, de la palma de la mano vamos avanzando. La lucha es sin armas y sin cuartel. La lucha es de paciencia y de aparente calma, la lucha es ir pasando la antorcha e ir ganando terreno. La lucha no tiene como meta ceñir una corona en sus cabezas. La lucha es de la calma contra la maldad y la indolencia. La lucha es de la razón natural, por la que un fruto maduro se desgaja del árbol para besar la tierra. 
  
El departamento del Chocó, ése rincón de África metido en Colombia, donde se baldea el agua de panela, para que sea el propio viento quien la enfríe al pasar de taza a taza y la puedan beber los niños fresca. El Chocó, la tierra del chontaduro, del almirajó, del borojó y del caimito. El departamento del Chocó, una vez más alza su voz para decir basta al abandono con el que las autoridades del país le tiene sometido. El día elegido, nada más y nada menos que el 20 de Julio, en el que se conmemora la Independencia de Colombia del Reino de España, llamada por entonces " Madre Patria"  El Chocó se revela y no iza la bandera nacional el día de la independencia de Colombia, queriendo significar con éste gesto que no os pertenecemos, que nunca os hemos pertenecido y que vuestra independencia no nos arrancó del yugo al que seguimos sometidos.

Ubicación Chocó
Pero no vayan a creer ustedes que esta vocación de independencia del departamento del Chocó, cuya división política lo sitúa hoy por hoy en Colombia, es nueva. Esta vocación de libertad e independencia, viene de muy lejos. Siendo la segunda región  más lluviosa  del mundo, su vegetación fauna y flora es exuberante, muy similar a la africana, como si la naturaleza por sí misma, hubiera querido creando tal similitud, amparar a los hijos que le fueron robados a África y crear un lugar donde no pudieran  entrar los blancos contratados para cazar a los esclavos que huían de los duros trabajos de las minas de oro, precioso metal, que se extraía de las rocas a mano limpia y cabeza en tierra. Es una región llena de tradiciones e imaginería africana de las que los blancos huían, no se sabe muy bien si porque ciertamente temieran que se cumplieran aquellas predicciones que hacían desequilibrar la tierra, o porque los negros hicimos de ellas un escudo contra la barbarie y la persecución injusta de una raza que tan solo ansiaba vivir como en África, mantener sus tradiciones, su lengua, su cultura y sentarse en una piedra a hacer algo tan sencillo como simplemente pensar y soñar con una justa redención a sus males y a sus penas. Por eso, el Chocó es una tierra de grandes pensadores, de poetas, de sabios dichos, de remedios que lo curan todo machacando hierbas.

La Región del Chocó, nace como intendencia, por la que tuvo que pagar su desprendimiento del Cauca, exigiendo a cambio la anexión del Atrato y del San Juan, bañadas por sendos ríos que llevan sus nombres.
Vio cómo, a consecuencia de la separación de Panamá del mapa de Colombia, que era una región que abarcaba el noroeste del Chocó, hasta el Golfo de Urabá, por aquel entonces Provincia del Darién, se le desgaja, aprovechando los conflictos surgidos por la ocupación del ejército colombiano de Juradó. Es entonces cuando Panamá, que siempre había considerado estos territorios como suyos, los reclama, creándose los linderos que la separan del departamento del Cauca haciendo cierto el dicho que reza que "Río revuelto, ganancia de pescadores".

En 1930. El carismático líder chocoano, Diego Luis Córdoba, nacido en Neguá en 1907, organiza la Juventud liberal universitaria, desde la que lucha por la creación del Departamento del Chocó, sueño que se cumple en 1.942, cuya capital es la ciudad de Quibdó, situada a la margen derecha del río Atrato, ciudad en la que tuve el privilegio de nacer.

Era vital para la lucha por los derechos de los negros, que el Chocó, pasara de Intendencia a Comisaría y de ésta a Departamento, porque tal y como estaba conformada la política en Colombia, sólo un departamento podía tener representación parlamentaria en el Senado de la nación.

Es entonces, cuando mi abuela materna, Rosalía Machado Viuda de Rentería, se manda construir una gran piragua, con un motor "Johnson" con la que recorre  con un registrador, desde las cabeceras a las desembocaduras de los ríos Atrato  y, rompiendo las corrientes del  San Juan, llegar a los tambos más remotos, para, calculando a "ojo de buen cubero" la edad a los americanos originarios (indígenas) que habitaban esas zonas olvidadas para que de ésta forma pudieran votar. Gracias a aquella proeza de mi abuela, que puso a disposición de la causa chocoana la entonces gran fortuna que le había dejado su marido, recientemente fallecido, se consiguieron los votos necesarios que exigía el parlamento de Colombia para que una región, pasara a ser departamento, con la debida representación donde se tomaban las decisiones que afectaban a ésta región de Colombia, relegada a pesar de su inmensa riqueza.

El chocó, tiene la cuenca hidrográfica más grande de Colombia. Al amparo de la creación de la Compañía minera Chocó Pacífico, cuya explotación se cede a "los gringos" con un contrato abusivo e injusto que ha esquilmado una de las riquezas más grandes del mundo. No se preocuparon los gringos de crear escuelas para los hijos de los mineros, pero sí, un helipuerto en la ciudad de Condoto, donde aterrizaban los helicópteros que sacaban el oro y el platino que extraían de las entrañas de la tierra chocoana en latas de manteca, con rumbo a no se sabe dónde.

Pero a pesar del robo, aún hoy, las mujeres blanden sus bateas en los ríos, para separar el grano amarillo de la fragua negra y llevarlo a las tiendas, donde es cambiado por una libra de arroz y una panela con la que poder alimentar a sus hijos.

Fueron muchas las personas ilustres del Chocó, que han luchado y contribuido a la causa por la dignidad del pueblo negro chocoano y su reconocimiento ante el resto de la sociedad  colombiana. El mismo año del nacimiento de Diego Luis Córdoba, es fusilado en Quibdó, mi pariente Manuel Saturio Valencia, porque su lucha, fue considerada como un atentado contra la sociedad blanca chocoana.

Diego Luis Córdoba, muere en la Ciudad de México en 1964 y ese mismo año, mi madre, Laurentina Rentería de Valencia, crea un colegio en Bogotá, que lleva el nombre del líder chocoano Colegio Diego Luis Córdoba, llegando a tener mil alumnos en tres turnos, uno de mañana de 8 a 12h, uno de tarde de 13 a 15h y un turno nocturno de 18 a 22/h, para aquellas alumnas y aquellos alumnos que tenían que trabajar por el día.

Desde este colegio se primaba la educación de los negros, venidos a la capital huyendo de la pobreza y falta de oportunidades y también, por qué no decirlo, de la hostilidad y el racismo de los colegios bogotanos que les negaban la oportunidad de formarse en las ramas para las que estaban capacitados. Había carreras universitarias, que estaban reservadas a una cierta “élite” que ellos consideraban merecedoras de pertenecer a esos selectos clubs de profesionales, de las que por supuesto los negros, pese a pasar los exámenes con notas sobresalientes, se les ponían mil trabas para acceder y los examinadores, hacían el trabajo sucio a los racistas, recomendando a los alumnos negros las carreras reservadas para ellos.

Así, a los negros les estaban destinados el magisterio, el derecho y las actividades artísticas como música, canto etc. Los maestros, por aquel entonces  tenían un estatus medio del que les era complicado salir, por la seguridad que reportaba el empleo pero, no contaron los racistas, con que ellos serían los educadores de sus hijos.

La abogacía, era una de las carreras para las que no había impedimento de acceso a los negros, entre otras cosas, porque era una carrera que se podía estudiar por las noches, de tal forma, que seguían siendo mano de obra barata durante el día pero, no contaron con que esas abogadas y esos abogados serían los defensores de los derechos colectivos. Tampoco contaron con que, a través de la música, los chocoanos podrían llegar a taladrar el alma de muchos blancos que luego se unieron a la causa negra.

Primo Guerrero, destacado periodista, amigo personal de Gabriel García Márquez, fue padrino de boda de mi madre y mi padrino de bautizo. Mi madre y él se conocieron cuando, habiéndose abierto en Quibdó la Normal Superior para "señoritas", en la que las mujeres ya podían acceder a la educación secundaria, mi abuelo nombra a Primo Guerrero y a su esposa tutores legales de su hija, durante todo el tiempo que duraran sus estudios en Quibdó. A la muerte de mi abuelo, su tutor, Primo Guerrero, ejerce de padrino de bodas. Así es como se traba la amistad entre ellos y éste le convence, para que invierta parte de la herencia de su padre, para formar parte de una sociedad  para comprar una imprenta, desde la cual se podían imprimir los panfletos y propaganda política de la lucha y también ser la sede en Quibdó del periódico "En Guardia" que se distribuía por todo el departamento.

Por aquel entonces y antes de su boda con mi madre, mi padre trabajaba de linotipista en la imprenta de la curia de Quibdó, donde había aprendido el oficio. De allí le sacaron mi madre y Primo Guerrero para que se hiciera cargo del proyecto de una imprenta liberal, que había sido medio abandonada por sus antiguos dueños que habían tenido que salir huyendo a Bogotá, por imprimir propaganda electoral contraria a los intereses del conservadurismo pueblerino, pero no menos poderoso de entonces.

No sé, si mi padre, supo muy bien donde se metía, porque de liberal tenía poco. Hijo de una costurera y educado por la curia donde había hecho desde monaguillo hasta cargar el santo sepulcro en la Semana Santa quibdoseña. El caso es que siendo yo muy niña, recuerdo que la imprenta sufrió dos atentados de incendios que fueron sofocados por el pueblo trayendo baldes de agua del río Atrato, ante la indiferencia de los dueños de comercios que se topaban de camino.

Escarbando en Internet, me topo con un artículo de 1955 del nobel colombiano García Márquez, publicado en el Espectador, que, aun cuando con un lenguaje en alguno de sus párrafos que hoy sería censurable, tal como decir que "Hasta el servicio doméstico" salió  a la calle, para protestar contra la desmembración que amenazaba con la desaparición del Chocó, proponiendo el reparto de su territorio entre  el Valle del Cauca,  Antioquia, La región del Quindío y Risaralda. Lo de que  -hasta el servicio doméstico- no tiene nombre "Gabo", ésto solo viene a probar que el respeto a todas las personas independientemente de su clase social, es una asignatura que hay que incluir en los libros de texto, no vaya a ser, que dentro de unos cuantos años, nos encontremos con un escrito de alguien "ilustre" al que se le hubiera ocurrido decir, que hasta los barrenderos, o los negros, o los homosexuales protestaban por tal o cual cosa.

En aquella época, yo tenía cuatro años y me recuerdo agazapada en la falda de Lucinda, quien no era "servicio doméstico", sino -la mujer que nos cuidaba- Me aferraba a ella para que la multitud no me aplastara.
Recuerdo aquellos gritos de la multitud coreando "De cada corazón, haced un batallón, marchad... marchad.... marchad..., no aceptamos la desmembración..."
Recuerdo que nos paramos delante de la casa de un tal  Juvenal Buendía, un señor que tenía un jardín lleno de árboles y flores donde los loros saltaban de árbol en árbol gritando "¡Viva el Cocó...! ¡Viva el Cocó..!" en respuesta a la multitud que gritaba sin parar;  ¡Viva el Chocó...! ¡Viva el Chocó..!

En 1959, mi familia abandonó el Chocó, para instalarnos en Bogotá. No volví al lugar donde nací, hasta que en 1968, fui requerida  por los estudiantes chocoanos de la Universidad Libre de Colombia, que promovieron mi candidatura para representar a mi departamento en el Concurso nacional de Belleza Señorita Colombia.

Recibí el encargo con cetro y corona, de manos del entonces gobernador del Chocó, Esaú Becerra. Era la primera vez que una muchacha  negra, ostentaba tal distinción, pues la premisa de entonces era demostrar que en el Chocó, un departamento donde el 80% de su población es negra... también había blancas y blancos y para promoverlo, no les importaba traerse las candidatas de los pueblos lindantes con Antioquía, donde había gran número de comerciantes de oro antioqueños residiendo. Así es como algo tan aparentemente frívolo como un concurso de belleza, se convierte en una antorcha que ilumina las reivindicaciones de los negros.  

Hoy me encuentro que se han vuelto a alzar las voces para protestar por las mismas injusticias de entonces. Pero sé también, que el chocó, los chocoanos y las chocoanas jamás se rendirán. Pasaremos la antorcha de generación en generación y alzaremos nuestras voces siempre para gritar al mundo que somos hijos de pleno derecho de una tierra que hemos hecho nuestra, refugio de las tradiciones africanas que nos hacen mirar al pasado con orgullo, reivindicando de dónde venimos y donde queremos y merecemos estar.

Así pues.... "Chocó, tierra de quereres, amores placeres, vida y emoción deja, déjame añorarte, deja que me embriague con tu recordar. Deja que esta negra cante, porque en su alma tiene para ti un altar".

Share:

2 comentarios:

  1. Tu carta-historia es apasionante. Demuestras tu amor por el Choco y la acumulación de injusticias a través de la Historia. Contengo las lágrimas cuando condensas en unas líneas el sufrimiento estúpido que los diferentes sistemas socio-económicos, han producido.
    Un fuerte abrazo
    Victor

    ResponderEliminar
  2. Tuve la gran fortuna de estudiar en el Diego Luis, y de conocer muy de cerca a doña Laurentina, jamas olvidare esos años que me marcaron y formaron mi personalidad y carácter; recuerdo a doña Enriqueta y mi bella profesora de música y danza. Bello artículo.

    ResponderEliminar

Nota importante: las opiniones expresadas en los artículos de Africanidad.com no son necesariamente las de su redacción o las de Centro Panafricano. Los comentarios están moderados y pueden tardar varios días en publicarse, sólo se publicarán si el lenguaje es respetuoso.

Antumi Toasijé

Antumi Toasijé
Doctor en Historia, Cultura y Pensamiento

Relacionado