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Desarrollo rural africano sostenible (2/2)



El atraso de la agricultura africana ha sido durante mucho tiempo un símbolo de su pobreza. A cientos de millones de pequeños agricultores se les ha considerado demasiado atrasados para prosperar: el futuro llegaría no por invertir en ellos, sino evitando contar con ellos. Esto está empezando a cambiar gracias a la interconexión digital de los pequeños productores. Pero ahora habrá que afrontar también los serios riesgos derivados del cambio climático.
Por Pedro H. Martín
Incluso antes de que el calentamiento global se identificase como un problema, las zonas en las que habitan comunidades africanas y afrodescendientes en África y América Latina eran ya especialmente vulnerables a las inundaciones, sequías y olas de calor. De hecho, si no llegase a haber más cambios en el clima, su estado actual presenta ya graves riesgos para la población y las economías de algunos países. El calentamiento global en estas zonas podría desencadenar desastres más frecuentes y severos con el tiempo, aumentar el nivel del mar, o cambiar los patrones pluviométricos y las zonas climáticas. Para los países más afectados, adaptarse a estas posibilidades es una necesidad urgente. Para ello, debemos responder a algunas preguntas difíciles. ¿Qué costes en relación con el clima podrían tener estas economías en las próximas décadas?. ¿Qué se puede evitar y a través de qué medidas?. ¿Qué inversiones se requerirán para financiarlas?. ¿Los beneficios serán mayores que los costes?. Estas preguntas pueden responderse estratégicamente a través de un enfoque de gestión del riesgo, que evalúe el posible impacto e indique las mejores formas de minimizar el coste para la economía y la sociedad. En la adaptación al cambio climático, las Tecnologías de la Información y el empoderamiento de la población rural de nuevo tienen un papel clave.



EL DESPLAZAMIENTO DE LAS ZONAS CLIMÁTICAS
El cambio climático es la más importante de las amenazas al desarrollo. En África y en la región mediterránea, uno de sus principales factores es el avance cada vez mayor del desierto del Sahara. El mayor desierto cálido del mundo, uno de los puntos más calientes del planeta, no existía en la extensión que ahora lo conocemos. En muchos de sus lugares hoy secos ha habido en el pasado espacios verdes donde abundaba el agua. Desde su formación hace 15.000 años no ha hecho más que crecer, desde hace entre 6.000 y 4.000 años cada vez más rápido, y una vez asentado no es posible lograr su retirada. En los últimos 50 años el Sahara ha consumido una superficie equivalente a dos veces la de España, país que sufre cada vez más los efectos de este avance. Tan sólo debido a la erosión, hay un 42% del territorio español que pierde más de 12 toneladas métricas de suelo fértil por hectárea y año, y otro 12% más pierde hasta 50 toneladas métricas. Para el conjunto del país se calcula una pérdida total anual de suelo de 1.156 millones de toneladas de suelo fértil. La desertización de la Península Ibérica se debe a causas naturales imposibles de evitar, pero no se debe confundir con la desertificación, que es provocada por el ser humano: los incendios forestales y la sustitución del paisaje natural por construcciones que además han acabado con gran parte de la naturaleza de la costa española. De acuerdo con un informe de la UNESCO (Nairobi, 1977), España es el único país europeo con un alto riesgo de desertificación como consecuencia principalmente de prácticas agrícolas y forestales inadecuadas, incendios forestales, construcción, obras públicas y actividades mineras. Sin embargo, y pese a los datos alarmantes de sucesivos informes posteriores, la población del país en los últimos años ha persistido en los mismos comportamientos y se ha agravado el problema.
Sin árboles, sin cultivos, sin pastos, sin agua, millones de personas de todo el planeta están pasando a convertirse en sedientos y hambrientos refugiados climáticos. Huyen del desierto como se huye de las guerras. En el noroeste de África se encuentra Mali, un país muy seco y con frecuentes sequías. El aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones está provocando un cambio de zona climática a medida que el desierto del Sahara se extiende hacia el sur sobre la tierra productiva. La población que depende de la agricultura y la ganadería enfrenta períodos de sequía con pocas opciones para superarlos. Muchos se mudan a las grandes ciudades y otros al sur del país, menos árido. Se espera que la sequía aumente en frecuencia y severidad, lo que debilitará la agricultura y el PIB del país. El cambio de zona climática, como efecto combinado del aumento de las temperaturas medias y la disminución de precipitaciones, ha ido empujando las zonas de cultivo hacia el sur en los últimos 50 años. La desertización y el cambio de zona climática tienen múltiples causas con complejas interacciones. Y de nuevo el impacto del cambio climático se agrava por ciertas prácticas que provocan desertificación, como la satisfacción de necesidades de leña (que deforesta y erosiona el terreno). La masa forestal de Mali se ha reducido en casi un 50% desde la década de 1980.
RESPUESTAS AL CAMBIO CLIMÁTICO
Considerando los posibles escenarios estimados de cambio climático en Mali, se podrían sufrir pérdidas importantes en todos. No obstante, algunas medidas de adaptación podrían eliminar una parte significativa de las pérdidas económicas debidas al cambio climático. Es importante reconocer que los agricultores ya han desarrollado ciertas técnicas que les ayudarán a hacer frente a las futuras crisis. Por ejemplo, se practica ya ampliamente la diversificación en los ciclos de las cosechas. La variedad genética de las semillas ayuda a que la agricultura en las zonas de mayor riesgo climático sea más resistente. Y si se facilita el acceso a la tierra, la tendencia de los agricultores a extenderse geográficamente para poder acceder a diferentes tipos de suelos y suministros de agua también será una ventaja, que provocará migraciones humanas asociadas a actividades productivas.
Determinadas medidas, como invertir en infraestructura y activos, podrían hacer las zonas semiáridas sustancialmente más resistentes. Medidas de adaptación basadas ​​en técnicas para el suelo, sistemas de riego o provisión de agua para ganado, ayudarían a producir resultados “a prueba de cambio climático”. Es probable que el valor de la producción agrícola aumente a través de la promoción de la agricultura en las regiones mejor adaptadas, con una combinación adecuada de cultivos. Las medidas para aumentar la productividad en las áreas más prometedoras podrían compensar las pérdidas económicas en otras áreas. Además, las migraciones humanas podrían aumentar la producción agrícola más que el crecimiento demográfico, de forma equilibrada entre regiones. Las pérdidas probablemente serán compensadas, en cierta medida, incluso en ausencia de medidas específicas de adaptación. En un escenario optimista, en 2030 Mali podría haber doblado el valor de su sector agrícola y ganadero (con un 4.6% de crecimiento medio anual).
De las medidas para revertir las posibles pérdidas, alrededor de tres cuartas partes tendrían beneficios superiores a los costes. Y otras generarían beneficios agrícolas adicionales como la ampliación del área cultivada en eco-villas para horticultura, que prevé dos cosechas al año en lugar de una, o el fomento de productos y prácticas adicionales (por ejemplo la mezcla de agricultura y silvicultura en los campos de cultivo). Los cultivos comerciales de una sola zona de Mali podrían cubrir gran parte, si no la totalidad, de las pérdidas económicas esperadas para todo el país. En otras palabras, estas medidas pueden ser consideradas esencialmente actividades para el desarrollo económico en general. Sin embargo, no cubrirían todos los problemas relacionados con el clima y también podrían promover conflictos y aumentar la competencia por los recursos.
Muchas de las medidas identificadas son intensivas en mano de obra, por lo que la falta de disponibilidad de trabajadores locales puede limitar el potencial y la velocidad de despliegue. Como la fuerza de trabajo es uno de los mayores costes, se deberían financiar las medidas de adaptación al cambio climático con créditos para las cooperativas de agricultores. Con maquinaria adicional se obtendría una mejor relación coste-beneficio, sin embargo debe prevalecer la capacitación de la fuerza de trabajo local frente a las ventajas de utilizar de máquinas más eficientes pero caras. La construcción de un pozo de agua para el ganado en la época seca, por ejemplo, puede suponer dos meses para un equipo humano mientras que una excavadora puede cavar uno en un día. Pero la mano de obra suele estar inactiva durante la estación seca, por lo que tomar la decisión correcta es más complejo de lo que parece a simple vista.
SEQUÍAS, EFECTOS SOBRE LA SALUD Y MEDIDAS DE ADAPTACIÓN
Tanzania ha experimentado seis grandes sequías en los últimos 30 años. La de 2006 se estima que provocó una reducción del 1% del PIB. Dos efectos específicos de la sequía son motivo de especial preocupación. El primero es la amenaza para la salud humana que representan la malnutrición y la propagación del cólera u otras enfermedades transmitidas por el agua, como resultado de la escasez de agua dulce. El segundo es que la generación de energía en Tanzania depende predominantemente de centrales hidroeléctricas, y durante la sequía de 2006 el país enfrentó severos cortes de energía debido al déficit de agua en los embalses.
Las zonas del centro del país son principalmente rurales, y la mayoría de sus cuatro millones y medio de habitantes son pobres y viven de la agricultura de subsistencia. Esta población se enfrenta a una serie de graves riesgos para la salud relacionados con la sequía. Por ejemplo, en 2003 un estudio informó de que el 19% de los niños menores de 5 años había sufrido diarrea durante las dos semanas anteriores a la encuesta. La generación de energía hidroeléctrica también es de importancia crítica en las zonas centrales: las presas ubicadas allí, contribuyen el 50% de la capacidad de producción de energía hidroeléctrica de Tanzania.
Tanzania prevé depender de la energía hidroeléctrica en más de la mitad de su consumo de electricidad en 2030. El 95% de esta energía hidroeléctrica provendrá de las zonas del centro, pero la sequía disminuirá el flujo de agua en los ríos y reducirá así la cantidad de electricidad generada. Se tendrá que hacer por tanto un mayor uso de gas natural, más costoso, y de carbón (con lo que también aumentarán las emisiones de gases de efecto invernadero), o cortar el suministro de electricidad con mayor frecuencia. En este último caso, las empresas con generadores diesel soportarán el coste adicional de utilizarlos, y la producción caerá otro 40%.
En el peor de los escenarios, las pérdidas estimadas supondrían una bajada del PIB nacional en un 1,7% hasta 2030. Incluso en un escenario de cambio climático moderado, el PIB caerá un 0,7% únicamente a causa de las sequías. Pero Tanzania podría compensar la mayor parte del déficit previsto en la producción de energía si implementase medidas de eficiencia energética que consigan ahorrar más de lo que cuestan. Como la reducción de la demanda, que fomenta un menor consumo en los sectores residencial y comercial. Además, la reducción de escapes en las estaciones hidroeléctricas podría aumentar significativamente el suministro de energía, de forma casi gratuita. Medidas de eficiencia energética como éstas podrían implementarse de forma inmediata.
Las enfermedades más importantes relacionadas con la sequía que prevalecen en la región central de Tanzania son el cólera, la diarrea, la disentería, la desnutrición y el tracoma (que causa ceguera). Para el año 2030, aunque la frecuencia o intensidad de las sequías no cambie, se estima que el 5% de la población pasará hambre debido a las malas cosechas, y el mismo porcentaje sufrirá de tracoma. El cólera y la disentería serán comunes y sufrirán diarrea casi 200.000 niños menores de 5 años. En un escenario moderado de cambio climático, una disminución del 10% en el promedio de precipitaciones hacia el año 2030 podría aumentar la proporción de la población con problemas para alimentarse en un 60%, con un aumento significativo en el número de casos de cólera y disentería. Y los casos de tracoma podrían duplicarse. Este pronóstico empeora en el peor escenario de cambio climático, en particular para el tracoma.
Algunas medidas que podrían proteger a la población contra los riesgos para la salud relacionados con la sequía son preventivas: programas educativos de higiene, saneamiento y lactancia; construcción de pozos cubiertos con tubos y letrinas ventiladas; y la recogida de agua de lluvia. Otros son tratamientos, como la terapia de rehidratación oral y la administración de antibióticos y suplementos de zinc. En materia de salud, no siempre será fácil distinguir los esfuerzos para la adaptación al cambio climático de los de desarrollo. Medidas de acceso al agua potable, por ejemplo, podrían evitar miles de casos de cólera, diarrea, disentería y tracoma, pero podrían también ser consideradas como buenas prácticas independientemente de cómo evolucione el clima de la región. El gasto en salud debe ser más preventivo que reactivo.
INFORMANDO A LA POBLACIÓN SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
La agricultura comercial en Camerún ha recibido un enorme impulso durante los últimos 20 años. Gracias a la adopción de técnicas agroforestales o de silvicultura, se plantan árboles y arbustos junto a tierras de cultivo y pastos. Los pequeños agricultores han conseguido mejorar su seguridad alimentaria, nutrición, ingresos (entre 10 y 15 veces), salud, viviendas, cohesión social, recursos energéticos y sostenibilidad medioambiental. Los beneficios se obtienen especialmente de los árboles frutales, pero también se incentiva a los agricultores a la reforestación del bosque con árboles que crecen varios siglos hasta alcanzar su madurez. Y a mayor número de árboles en el ecosistema, mayor es la atenuación de los efectos del cambio climático.
La escasez de información sobre cambio climático es uno de los principales obstáculos que impiden a los agricultores africanos tomar medidas de adaptación para hacerle frente. Un estudio encargado por el Gobierno camerunés mostró que más del 80% de los agricultores no habían tomado ninguna medida para adaptarse a los cambios de temperatura y precipitaciones, culpando entre otros factores a la falta de información. La falta de información fácilmente accesible sobre cómo adaptarse al cambio climático ha hecho a comunidades en todo el mundo vulnerables a patrones climáticos cambiantes y extremos que impactan en su vida en el día a día. El gobierno de Camerún está abordando esta cuestión de una manera innovadora al trabajar con estaciones locales de radio para transmitir programas sobre la adaptación al cambio climático, incluyendo alertas meteorológicas, estrategias de preparación para desastres e información sobre otras cuestiones ambientales.
No sabemos cuánto o con qué rapidez cambiará el clima del planeta debido al aumento de las emisiones de gas de efecto invernadero, pero sí sabemos que la capacidad de un país para hacer frente al cambio climático dependerá de su situación socioeconómica. Las economías más pobres se enfrentan a especiales dificultades tanto para abordar los riesgos climáticos actuales como para adaptarse a los nuevos. Será de vital importancia la vinculación de las respuestas climáticas con las estrategias de desarrollo económico, una amplia difusión de las buenas prácticas en sostenibilidad y un enfoque de gestión de riesgos que considere tanto costes como posibles beneficios.
SOLUCIONES DIGITALES
Una buena noticia es que con la educación digital en técnicas básicas como la rotación de cultivos con legumbres, los abonos ecológicos y una buena gestión del agua, los pequeños agricultores pueden no sólo aumentar las cosechas a corto plazo, sino también restaurar la calidad del terreno a largo plazo. Esto en África es crucial, ya que su suelo es el que mayor agotamiento ha sufrido en cuanto a nutrientes en el mundo. La tecnología digital ayuda a avanzar en todos estos apartados al mismo tiempo conectando a las personas, transfiriendo información instantáneamente (mapas con análisis del terreno) y ayudando a construir comunidades virtuales, incluso entre individuos y comunidades muy distantes entre sí.
Las Tecnologías de la Información también pueden revolucionar las organizaciones de agricultores. La formación de cooperativas agrícolas siempre ha sido un tema complicado para africanos y afrodescendientes, ya que los pequeños agricultores están demasiado disgregados. Nuevas organizaciones impulsadas por plataformas digitales, sin embargo, pueden tener éxito en hacer lo que las cooperativas de agricultores se supone que deben hacer: comprar semillas y fertilizante en grandes cantidades trasladando ahorros en costes por volumen a sus miembros, servir como fuentes confiables de información sobre prácticas agrícolas, y almacenar lo suficiente como para poder negociar precios más justos.
La infraestructura digital para que los pequeños propietarios puedan interactuar se está empezando a poner en funcionamiento. Hay que asegurar que todos los agricultores estén incluidos desde el principio, sobre todo los más pobres o aislados. Las aplicaciones deben ejecutarse en plataformas digitales abiertas y neutrales para que cualquier agricultor pueda conectarse, en lugar de utilizar plataformas propietarias para unos pocos escogidos. Lo importante no es quién construye estas plataformas, ya sea gobierno, empresas agrícolas o empresas de tecnología o telecomunicaciones, con tal de que sean accesibles y tengan una participación abierta a todos los actores involucrados. Para sacar el máximo partido de estas plataformas, por otra parte, es necesario que los agricultores puedan recibir servicios personalizados adaptados a sus necesidades de suministro, producción y distribución. El mapa digital de terrenos de Etiopía, por ejemplo, como es público puede ser accesible por cualquiera que quiera utilizar los datos.
CONCLUSIÓN
La construcción de un nuevo sistema alimentario y las medidas de adaptación al cambio climático que se han analizado, que tienen sentido desde una perspectiva puramente de desarrollo, deben ser llevadas a cabo por los actores habituales. Se requerirá el impulso de empresas y cooperativas para crear las bases de un desarrollo afro-centrado. La keniata Ory Okolloh, una de las más importantes inversoras en negocios digitales en su país, explica que le resulta preocupante la reciente moda liberal en el mundo de los negocios de idolatrar el emprendimiento y la innovación en el continente africano. Según Okolloh, esto es algo que normalmente propugnan personas que sí pueden ir al médico con facilidad o llevan a sus hijos a lugares donde los profesores están bien pagados. Pero no se puede emprender alrededor de políticas deficientes y de un mal liderazgo. Hay crecimiento en África pero los africanos no están creciendo.
Es urgente revisar las políticas sociales, especialmente en sanidad y en educación. Hay que aprender a ejecutar las estrategias que ya se han definido en materia de diversificación y progreso de la economía. Será fundamental el compromiso de los gobiernos en aquellas medidas de infraestructura a gran escala como los sistemas de riego. Dada la complejidad y magnitud de los retos, la coordinación internacional será cada vez más importante. La cooperación internacional interuniversitaria puede proporcionar conocimientos fundamentales sobre temas como ingeniería agrícola y meteorología. Las ONG’s son probablemente más adecuadas para medidas específicas a pequeña escala. Una cartera efectiva de medidas se puede poner en marcha a un coste razonable, la clave es crear el entorno propicio para proporcionar la adaptación efectiva al cambio climático al tiempo que para un desarrollo económico endógeno.
Una de las grandes cuestiones sobre las teorías del desarrollo ha sido determinar si el mundo sería capaz de alimentarse a sí mismo. Desde hace tiempo son muchos los que han predicho hambrunas mundiales, así que simplemente evitar una hambruna masiva debería ser considerado un éxito significativo. Pero ya es hora de ir más allá de la simple provisión de calorías y pensar en la agricultura en economías emergentes de una manera más integral. Los pequeños agricultores africanos y afrodescendientes deben verse no como parte de un problema de desarrollo sino como parte de la solución. El uso de las tecnologías digitales para llegar a ellos, escucharles, apoyarles y ayudarles a organizar sus operaciones es algo que abre la posibilidad de una nueva revolución verde. Asegurarnos de que se aprovecha la oportunidad requerirá cambios en las políticas tradicionales de cooperación e inversión. Es necesario un gran esfuerzo por parte de todos: funcionarios gubernamentales, empresarios, agricultores, técnicos e ingenieros, con la necesaria visión de futuro para proyectar unas comunidades transformadas.
Fuentes: OIT (Organización Internacional del Trabajo), Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones unidas, CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), McKinsey Global Institute, Foreign Affairs, The Global Call for Climate Action.
Ir a la primera parte de este análisis.

Pedro Martín es Socio de Consultoría y Analista Principal de Estrategia y Operaciones en AFROIBEROAMERICA | Colaborador en la Red UNESCO de Estudios Afroiberoamericanos | Formación en las áreas de Ingeniería, Economía/Administración y Relaciones Internacionales
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Antumi Toasijé

Antumi Toasijé
Doctor en Historia, Cultura y Pensamiento

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