.

Desarrollo rural africano sostenible (1/2)



El atraso de la agricultura africana ha sido durante mucho tiempo un símbolo de su pobreza. A cientos de millones de pequeños agricultores se les ha considerado demasiado atrasados para prosperar: el futuro llegaría no por invertir en ellos, sino evitando contar con ellos. Esto está empezando a cambiar gracias a la interconexión digital de los pequeños productores. Pero ahora habrá que afrontar también los serios riesgos derivados del cambio climático.

Por Pedro H. Martín
En los últimos años, las políticas agrícolas que afectan a las comunidades africanas y afrodescendientes han sido inconsistentes. Algunos países han dejado de lado a los pequeños productores en favor de los grandes agronegocios. Otros les han prestado atención, pero se han centrado casi exclusivamente en el aumento de la productividad. Las cosechas de los pequeños agricultores de estas comunidades son de hecho mucho más reducidas que las cosechas de otro tipo de agricultores, por lo que el aumento de la productividad es importante. Pero la agricultura es algo más que el rendimiento que se saca de ella. El sistema alimentario va más allá de la producción y el consumo de comida, porque impacta en casi todos los aspectos de la vida en cada sociedad. Hacer que el sistema alimentario sea más consistente no sólo evitará el hambre. También ayudará a luchar contra la pobreza, las enfermedades y la malnutrición, creando empresas y puestos de trabajo, e impulsando las economías emergentes y mejorando sus balanzas comerciales.



Nuevos sistemas alimentarios deben ser construidos, alrededor de la idea de que la agricultura es algo más que la producción de calorías y que es también un sector estratégico con potencial para cambiar la sociedad. Los cinco componentes principales de un sistema moderno y con enfoque de sostenibilidad deberían ser: empoderar a los pequeños agricultores, empoderar a las mujeres, centrarse en la calidad y no sólo en la cantidad de los alimentos, crear una economía rural próspera, y evitar la degradación del medio ambiente.
UN NUEVO MODELO SOSTENIBLE PARA LOS PEQUEÑOS PRODUCTORES
En África, más del 80% de la producción agrícola proviene de pequeños propietarios. Por tanto, cualquier sistema alimentario racional para el continente debe poner en primer lugar a los pequeños agricultores. Con los años, muchos gobiernos africanos han preferido invertir en el desarrollo de explotaciones a gran escala, pensando que iban a ser más eficientes. Pero la asignación de grandes áreas de terreno a inversores (normalmente extranjeros), la reserva de agua para grandes operaciones industriales, y la concentración de I+D (Investigación y Desarrollo) en unos pocos cultivos más comerciales, no ayudan al desarrollo de la mayor parte de las áreas rurales. Y tampoco se han generado los suficientes productos para alimentar a una población urbana del continente en rápido crecimiento, por lo que las importaciones de alimentos se disparan, y los habitantes de las ciudades gastan en comida mucho más de lo que deberían. Pero los sistemas alimentarios no se pueden crear rápidamente desde la nada, sino que evolucionan gradualmente con el tiempo.
Las Tecnologías de la Información proporcionan herramientas que pueden ayudar a despejar el principal obstáculo para el progreso en el medio rural, que es el aislamiento de la mayoría de pequeños agricultores. Hasta ahora, había sido muy difícil enviar información desde o hacia los pequeños agricultores, impidiendo su integración eficiente en cadenas de valor y en la economía en general. Pero las comunicaciones móviles pueden romper este aislamiento y permitir la creación de nuevos sistemas de alimentación adecuados a las necesidades actuales. Si surgen más líderes con visión para aprovechar estas oportunidades, podemos transformar la agricultura en un poderoso motor del desarrollo económico y social. Estaríamos así en los inicios de una gran revolución verde para África y las comunidades afrodescendientes de América Latina.
Los pequeños agricultores africanos y afrodescendientes son más que capaces de alimentar a sus comunidades, siempre que aumenten su rendimiento mediante el uso de prácticas agrícolas sostenibles, semillas adaptadas y fertilizantes adecuados. Sin embargo, la mayoría no han puesto en marcha estas mejoras debido al desconocimiento, por no tener acceso a un lugar donde comprar suministros, o por falta de capacidad financiera. Y las infraestructuras para conectar a la mayor parte de estos pequeños productores con los mercados sencillamente no existe, lo que significa que muchos agricultores tienen pocos incentivos para aumentar su productividad con el fin de generar excedentes que poner a la venta. Habilitar a los agricultores para que cultiven más alimentos y los puedan vender en mercados formales por un precio justo, es lo que puede suponer un cambio significativo en la vida de gran cantidad de personas que viven en el campo.
La clave para solucionar estos problemas es hacer llegar semillas y fertilizantes adecuados a los pequeños productores, proporcionar educación y formación, y garantizar un fácil acceso al mercado y a mayores redes económicas. La tecnología móvil puede ayudar en todos estos frentes. Los teléfonos celulares con vídeo digital, por ejemplo, están revolucionando la educación y la formación en el entorno rural. Los agricultores tienden a confiar en compañeros de su entorno local más que en los expertos externos, de manera que compartir consejos sobre técnicas agrícolas mediante vídeos en las redes sociales está demostrando ser una buena práctica muy exitosa.
EL EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN EL ENTORNO RURAL
Las mujeres constituyen la mayor parte de la mano de obra en el campo. Pero, de acuerdo con un informe publicado en 2014 por el Banco Mundial y la campaña ONE, son en promedio entre un 13 y un 25% menos productivas que los hombres. Las razones para esto son complicadas y van desde discriminación sexual en programas de desarrollo rural hasta normas culturales que complican la contratación de mujeres o la gestión de personal durante la cosecha. Esto necesita ser arreglado cuanto antes. Las mujeres no sólo forman una parte importante de la fuerza de trabajo agrícola, también gastan mucho más que los hombres en educación, nutrición y cuidado de la salud, lo que tiene efectos multiplicadores positivos en el resto de la población. Cuando las mujeres tienen dinero, y poder para decidir cómo gastarlo, toda la comunidad se beneficia.
Una vez más, las comunicaciones móviles pueden ser muy útiles. Mediante el teléfono móvil, las mujeres pueden realizar transacciones de negocios directamente sin mediadores, abrir cuentas bancarias a las que sólo ellas puedan acceder, recibir información y formación que los hombres del lugar podrían no apoyar, y obtener datos sobre el mercado en tiempo real con el fin de negociar precios eficazmente con los compradores potenciales.
LA CALIDAD DE LOS ALIMENTOS
Sólo recientemente se ha comenzado a entender el verdadero impacto de una deficiente calidad de los alimentos sobre la desnutrición de las personas pobres. Es la causa subyacente de casi la mitad de muertes de niños menores de cinco años en todo el mundo y deja a decenas de millones de niños incapacitados cognitiva o físicamente para el resto de su vida. El resumen del problema es que la comida en muchos lugares del mundo es menos nutritiva de lo que debería ser. Por ejemplo, el sistema alimentario en Estados Unidos está diseñado para proporcionar a las personas con tantas calorías como sea posible, que la comida tenga un sabor tan bueno como sea posible, por tan poco dinero como sea posible. Como resultado, la agricultura estadounidense se centra en producir muchos alimentos con maíz y azúcar, crea variedades de maíz de alto rendimiento comercial en lugar de variedades con alto valor nutricional, y además se procesa el maíz de manera que cualquier nutriente que aún pudiese permanecer es eliminado. Consecuentemente, los estadounidenses por ejemplo consumen una cantidad de cereales baratos en el desayuno que son sabrosos pero no muy saludables.
El actual sistema alimentario en África ha importado algunos de estos aspectos negativos. Las semillas disponibles son seleccionadas para un alto rendimiento comercial, excluyendo otros géneros de características. Estas semillas se desarrollaron principalmente para el maíz y el trigo, por lo que cultivos como la yuca y el sorgo siguen sin prosperar. Al haber seguido el sistema utilizado en América del Norte, los molinos que utiliza quitan al cereal su valor nutricional. Pero hay algunas razones para ser optimistas. Por ejemplo, el enriquecimiento de alimentos que se ha implantado en países desarrollados ha comenzado también a hacerse en África. El arroz en Ghana, el maíz en Zambia y la batata en varios países africanos están siendo enriquecidos con vitamina A. Existen más oportunidades de este tipo, ya que los avances en genética han hecho más fácil criar semillas con características nutricionales específicas, como el trigo con alto contenido en zinc y el mijo con alto contenido en hierro.
LA DIVERSIFICACIÓN DE LA ECONOMÍA RURAL
En un sistema alimentario desarrollado, la actividad de las granjas da lugar a una gran variedad de negocios. Los agricultores necesitan servicios financieros, semillas y fertilizantes antes de comenzar la siembra. Después de la cosecha necesitan almacenamiento, transporte, procesamiento y comercialización. Cada paso en estos procesos puede ser una oportunidad de actividad empresarial, por lo que un sistema alimentario saludable en teoría podría soportar una economía rural al completo, creando riqueza y ofreciendo oportunidades de empleo a muy diferentes actores. La diversificación de las economías rurales pasa por impulsar dos ejes fundamentales:
- Hay que fortalecer las pequeñas explotaciones agrícolas familiares, que emplean a la mayor parte de la fuerza de trabajo, representan a la mayor parte de la producción, y generan la mayor parte de los ingresos rurales. Un desarrollo dinámico de las explotaciones agrícolas familiares puede impulsar el desarrollo de una economía local próspera y diversificada. Al mismo tiempo, estas pequeñas explotaciones dependen de suministros y servicios locales, y tienen como mercado para sus productos a la economía local. Por otra parte, las grandes explotaciones comerciales o plantaciones, a menudo caracterizadas por su falta de puestos de trabajo estables, tal vez nunca han necesitado una economía local diversificada para prosperar, ya que pueden vincularse directamente con mercados urbanos más lejanos.


    - Desarrollar mercados para la producción de alimentos (principalmente cereales y frutas), superando el riesgo de que los productores se decanten por los monocultivos para la exportación. El acceso a mercados internacionales, normalmente tiene lugar a través de los tradicionales cultivos de exportación (algodón, cacahuetes y café). Generalmente, las exportaciones con mayor valor añadido conllevan un alto grado de especialización, y constituyen únicamente una pequeña parte de la agricultura de un país. El mercado nacional/subregional es el más accesible y se puede beneficiar de una demanda fuerte y sostenible. Es fundamental para la innovación y la diversificación rural desarrollar este mercado de productos alimenticios y reducir así los riesgos potenciales para el pequeño agricultor.

      La adopción de los dos puntos anteriores debe tener lugar en el marco de políticas territoriales encaminadas a fortalecer los vínculos de las zonas rurales con las urbanas, a través de la promoción y el desarrollo del sector servicios en aldeas y ciudades pequeñas, a las que suele desatenderse porque los servicios se concentran en las grandes ciudades y sus áreas metropolitanas.
      EL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
      La revolución verde de los años 1950 y 1960 introdujo tecnologías y métodos agrícolas nuevos y altamente productivos que alimentaron a cientos de millones de personas en Asia y América Latina. Pero también terminó haciendo un daño significativo al medio ambiente de esas regiones, agotando los nutrientes del suelo y reduciendo la biodiversidad. Ahora sabemos que asegurar la sostenibilidad a largo plazo del trabajo agrícola y del medio ambiente es más importante que nunca, debido a los problemas que ya está causando el cambio climático en la actualidad.
      El conocimiento sobre las tendencias futuras del clima -y en particular sobre su impacto local- es muy incompleto. Por lo que las decisiones sobre políticas e inversiones deben realizarse en condiciones de enorme incertidumbre. Sin embargo, se sabe lo suficiente sobre el cambio climático como para plantear escenarios plausibles, y optar por determinados caminos y no otros. Estos escenarios pueden ayudar a identificar medidas de adaptación útiles: según el país estudiado, entre un 40 y un 70% de las pérdidas esperadas para el año 2030 podrían ser evitadas -incluso en escenarios de cambio climático severo- a través de medidas de adaptación cuyos beneficios económicos serían en cualquier caso superiores a los costes. En casi todos esos escenarios, sin embargo, existen riesgos que no pueden ser evitados a través de medidas conocidas a día de hoy. Y confiar en que el avance tecnológico por sí mismo podrá solucionar la crisis climática en el futuro es más la expresión de un deseo que una realidad.
      Un enfoque de gestión estratégica puede proporcionar una valiosa aportación al proceso de toma de decisiones sobre dónde y cómo invertir. Entre otras cosas, reconoce la importancia de las consideraciones de coste-beneficio, que permite poner “etiquetas de precios” a los riesgos climáticos actuales y futuros, y deja a los tomadores de decisiones desarrollar planes que ayuden a adaptarse a los mismos. Un desarrollo agrícola resistente al cambio climático podría generar millones de dólares anuales en ingresos adicionales, atraer inversiones y poner en marcha valiosas innovaciones. Bien orientadas, una serie de inversiones a priori para mejorar la resistencia al cambio climático a través de infraestructuras, avances tecnológicos, mejoras de capacidad, nuevos sistemas y cambios de comportamiento, probablemente serán más baratas y eficaces para las comunidades africanas y afrodescendientes que los esfuerzos de respuesta a desastres a posteriori.
      Fuentes: OIT (Organización Internacional del Trabajo), Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones unidas, CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), McKinsey Global Institute, Foreign Affairs, The Global Call for Climate Action.
      Profundizaremos sobre la adaptación al cambio climático en la segunda parte de este análisis.

      Pedro Martín es Socio de Consultoría y Analista Principal de Estrategia y Operaciones en AFROIBEROAMERICA | Colaborador en la Red UNESCO de Estudios Afroiberoamericanos | Formación en las áreas de Ingeniería, Economía/Administración y Relaciones Internacionales
      Share:

      No hay comentarios:

      Publicar un comentario

      Nota importante: las opiniones expresadas en los artículos de Africanidad.com no son necesariamente las de su redacción o las de Centro Panafricano. Los comentarios están moderados y pueden tardar varios días en publicarse, sólo se publicarán si el lenguaje es respetuoso.

      Antumi Toasijé

      Antumi Toasijé
      Doctor en Historia, Cultura y Pensamiento

      Relacionado