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Mario Balotelli, el fuoriclasse negro de Italia

“No hay italianos negros” o “solo italianos en el equipo nacional” rezaban las pancartas de tifosis italianos en partidos de la selección dirigida por Cesare Prandelli. A pesar de la continua oposición, de los repetitivos episodios de carácter racista, Balotelli ha sabido sortear las piedras de su camino pedregoso. Con dos goles en la semifinal de la Eurocopa ha premiado la paciencia de Cesare Prandelli con el billete para la final. En parte, gracias al incondicional apoyo de Silvia Balotelli, su madre adoptiva, con quién tiene una cuenta pendiente aún por cumplir.


Mario Balotelli, el fuoriclasse negro de Italia


"¡Negro de mierda, sólo eres un negro de mierda! ¡No existen italianos negros! ¡Muere, Balotelli!". Tenía 18 años de edad, había destacado en las categorías inferiores del Inter de Milán por su fortaleza física y su potencial en cuanto a habilidades técnicas y acababa de marcar el gol que daba la victoria momentánea al Inter de Milán en el Stadio Olímpico de Turín frente a la Juventus en Serie A. El estadio clamaba en un acto de discriminación total contra la condición racial de Mario Balotelli (Palermo, agosto 1990) mientras que el árbitro no detenía el partido ante los gritos – la ley deportiva de justicia italiana indica que se debe parar en casos de exhibición de pancartas racistas, no de gritos – ni los compañeros del jugador italiano decidían abandonar el campo por el túnel de vestuarios en un claro ataque a su persona.

La justicia tardó en aparecer cuatro días después cuando Gianpaolo Tosel, juez deportivo, cerró el campo de la Juventus por un único partido. El suceso racista no se produjo en una ocasión. Tampoco en dos o en tres. Los tifosis italianos se ensañaron contra el prometedor delantero. "En el curso del partido, en múltiples ocasiones (y con particular referencia en los minutos 4, 26, 35, 41 y 42 del primer tiempo y 11, 19, 22, 25 y 30 del segundo), aficionados del equipo local, en varios sectores, entonaron coros que constituyen expresión de discriminación racial contra un jugador del equipo contrario", se podía leer en el auto de Tosel.


Fuera de clase en todos los sentidos
Los aficionados de la Juventus decidieron por su cuenta propia en abril de 2009 que Mario Balotelli no podía ser considerado en la escuadra de la selección italiana por su color de piel. Más de 3 años después, ese “negro de mierda” como consideraron los juventinos es quien regala, junto a la labor incondicional de todo el grupo humano del vestuario, a Italia el pase a la final de una Eurocopa por tercera vez en toda su historia.


Nació en Palermo dos años después de la emigración de sus padres desde Ghana. Con dos años padeció una grave enfermedad intestinal y tuvo que pasar un año entero postrado en la cama de un hospital de la región siciliana. Tras recuperarse físicamente, sus padres biológicos rechazaron su tutela alegando falta de recursos económicos, tan míseros que hasta compartían una habitación húmeda con más familias africanas. Balotelli (nombre que adoptó posteriormente; se llama Mario Barwuah) fue recibido por los servicios sociales hasta encontrarle una familia de acogida.

“Solo pensaba en el fútbol. Jugaba en el colegio, en el campo de la iglesia, en el parque de debajo de casa. Y por entonces ya era muy competitivo”, recuerda Gianni Valenti, su primer entrenador, en un reportaje sobre la infancia y el desarrollo deportivo de Balotelli realizado por Guillermo Uzquiano en Fiebre Maldini (Canal +).

Creció hasta límites insospechados. Era considerado el futuro de Italia pero su díscolo carácter le hacía deshincharse con la misma facilidad con la que jugadores e hinchas italianos despreciaban abiertamente su color de piel. El racismo no es ninguna novedad en el panorama deportivo y es la forma más sencilla de vejar a una persona. En mayo de 2010, Francesco Totti, un referente de la Serie A, emblema y capitán del AS Roma, era expulsado por agredir a Balotelli con el balón en juego. “Totti me llamó ‘negro de mierda’ antes de agredirme”, aseguró el delantero “neoazzurro” días después. Cansado de los continuos episodios racistas en Italia, muy frecuentes históricamente, se marchó rumbo a Inglaterra para buscar acómodo, a la Premier League, mucho más condescendiente con los sucesos racistas (a pesar de los últimos entre Terry y Ferdinand o Evra y Luis Suárez).



Con su selección, también vivió sucesos parecidos. El último, el más clarividente y recordado, contra Rumanía en un amistoso.  "Deberían resignarse. Ya existe una Italia multirracial. Con el tiempo he aprendido que lo peor que se puede hacer contra aquellos que insultan es ignorarlos, así que no voy a decir nada. Cuando alguien que amas hace algo que no te gusta o te hace daño, uno se enfada o se amarga. Pero si es alguien que no te conoce, no haces nada. Pero no deja de ser desagradable”, recuerda Balotelli. Las manifestaciones racistas no procedían de aficionados rumanos, si no de sus propios tifosis. En ese mismo partido, exhibieron pancartas con mensajes como  "no hay italianos negros" y "sólo italianos en el equipo nacional”. Prandelli mostró su apoyo incondicional en todo momento: "Lo que ha pasado nos enfada y nos da rabia. Mario debe saber que todos estamos con él”.

Amor y dolor
Silvia Balotelli es el motivo de la sonrisa de Balotelli. Se prodiga poco en su felicidad, pero cada vez que asoma, el reflejo de su madre adoptiva se manifiesta entre sus mejillas. Gracias a ella, Balotelli puede presumir de estar presente en una final de Eurocopa con la selección italiana, a pesar de aquellos exaltados incondicionales que intentaron defender lo indefendible. Tras el partido de semifinales contra Alemania, dejaron una imagen tierna para el recuerdo.
Fue adoptado con tres años. Los trámites de la justicia italiana son muy complicados. Creció con la familia Balotelli pero llegaba el momento de cumplir los 18 años, el límite que establece la Ley de Inmigración Bossi-Fini para permanecer en Italia si no es por razones de reagrupamiento familiar o si tienen un permiso de trabajo o de estudios. El resto, son ciudadanos de segunda clase, sin derecho alguno. El mismo día que cumplió 18 años, el alcalde del pueblo se hizo una foto con él y su familia adoptiva para entregarle el certificado con la nacionalidad italiana, un privilegio pues en Italia solamente se otorga la nacionalidad en caso de ser “sangre italiana” y no en todas las ocasiones por el principio del ius sanguinis.

“Escuchar abucheos le provocaron una rabia interior que luego tenía que expulsar en el campo. Alguna vez le he visto en las duchas lavarse con agua muy caliente porque me decía que era para que desapareciese el negro de su piel” Todo motivo tiene una explicación y es que Balotelli alcanzó una notable fama con 15 años, coincidiendo con qué comenzó a destacar en las categorías inferiores del Inter de Milán y estaba considerado por José Mourinho para dar el salto al primer equipo en un período de tiempo cercano. Esto había generado tal reputación que sus padres biológicos intentaron el acercamiento para  conseguir de nuevo la tutela de su hijo, la cual rechazó por no haber estado presentes cuando no era famoso ni portada de los medios de comunicación.

Mario reconoce que su vida se debe a Silvia, su madre. A finales de la década de los 90, el norte de Italia no estaba tan plagado de emigrantes africanos como ahora. Era uno de los primeros niños negros de la zona y como tal, sufrió las consecuencias: “Escuchar abucheos le provocaron una rabia interior que luego tenía que expulsar en el campo. Alguna vez le he visto en las duchas lavarse con agua muy caliente porque me decía que era para que desapareciese el negro de su piel”, asegura Giovanni Ferrarese.
Como juvenil, experimentó su primer suceso racista más destacado hasta ese momento. Contra el Ascoli, Balotelli recibía continuos insultos por su color de piel, por ser el jugador que más destacaba del campo. Los rivales no podían detenerle por lo que los aficionados consideraban que ultrajando su persona podrían conseguirlo. Desde el principio hasta el final, me estuvieron diciendo: 'No hay negros italianos'. Era el eslogan de los fascistas. Me quería ir del campo",recuerda Balotelli de tal incidente.

El cartero que juega al fútbol
Si algo se le achaca a Balotelli es la frialdad del momento que transcurre entre que marca un gol hasta que el rival saca desde centro de campo. El festejo de los tantos es una tradición arraigada en el espectáculo deportivo, una seña de identidad del delantero que los anota. En el caso de Balotelli, es noticia el momento en el que lo hace. Más si sonríe. En ese momento, las cámaras se detienen y los narradores advierten: “Eh, ¡ahí está!”.
Ha retado con la mirada al portero, se ha abrazado por compromiso con sus compañeros, ha desafiado a la grada rival con los brazos abiertos e incluso se ha dado la vuelta y se ha marchado andando al centro del campo para reanudar el juego. Las celebraciones de Balotelli cada vez que marca están marcadas por la osadía y la simplicidad. Sin embargo, encuentra una explicación. “Yo no celebro los goles porque es mi trabajo. ¿Acaso un cartero celebra que ha entregado una carta a su destinatario”, bromea Balotelli cada vez que le preguntan por qué no lo hace.
Es pichichi de la Eurocopa con tres goles junto a Cristiano Ronaldo, Dzagoev, Mandzukic y Mario Gómez. Después de los dos tantos contra Alemania, Balotelli tiene dos misiones por cumplir frente a España en la final. Por un lado, pasar a la historia y ser máximo goleador del campeonato. Por otro lado, una cuenta pendiente con sus familiares. “Al final del partido he corrido hacia mi madre. Esos dos goles eran para ti, mamá. Es un momento en el que esperé mucho”, explica sobre la dedicatoria en sus goles. “A la final viene mi padre, por lo tanto tendré que marcar cuatro goles, dos para dedicárselos a mi madre y otros dos para mi padre”, advirtió.

La locura, su estilo de vida
Al igual que Albert Einstein, Balotelli se hizo una pregunta a sí mismo que a veces le tortura: ¿estoy loco yo o los locos son los demás? La locura, a veces, no es otra cosa nada más que la razón presentada bajo una diferente forma, mucho más excéntrica y estrafalaria. No hay secreto que pueda ocultar, que los medios de comunicación no se hagan acopio. La vida tanto pública como privada de Balotelli es un secreto a voces. Las extravagancias que ha personificado dan para un libro, desde lanzar dardos a los juveniles del Manchester City hasta su pasión por los coches (la grúa de Manchester se lo ha llevado en más de 20 ocasiones; pagó 25.000 euros en mano a un policía que le detuvo y requisó su Maserati) pasando por las múltiples trifulcas que ha protagonizado como futbolista como cuando guiñó un ojo a Ferdinand durante el derbi de Manchester en la FA Cup, cuando tiró la camiseta en San Siro encarándose a los aficionados “neoazzurros”,cuando se negó a permitir que Eto´o tirara un penalti y Zanetti tuvo que apartarle o cuando ha acabado a puñetazo limpio con compañeros de equipo como Micah Richards,Yayá Touré o Jerome Boateng.



En sus momentos de lucidez, todos los locos son sorprendentes. Y es que al fin y al cabo la verdadera locura quizás no sea otra cosa que la manera más inteligente de resolución tras la disconformidad del trascurso de la vida. Balotelli ha sabido premiar la paciencia de Prandelli con el billete a la finalDecía Edgar Allan Poe que la ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia. Pero solo los locos, o que se atreven a pensar más de allá de los límites que presenta la razón, se atreven a hacer las cosas más insospechadas y asumir que lo han hecho. Balotelli no ha publicado ningún libro con sus locuras ni se conoce que tenga intención, pero quién sí lo ha hecho fue Antonio Cassano, su compañero en la delantera de la selección italiana. Bajo el título “Las mañanas no sirven a nadie, ‘Il Talentino’ resume su filosofía de vida en 365 aforismos, uno para cada día del año donde hace repaso de su carrera deportiva, hace autocrítica y se burla de sí mismo: “Ya he escrito más libros de los que he leído”.
Ambos delanteros han sido duda hasta última hora para la elección de Prandelli en su convocatoria. Cada uno por diferentes motivos. Mientras uno lo hacía por sus continuos actos de indisciplina, el seleccionador aguardó la recuperación de Cassano por su ictus. Una decisión que ha sido premiada, pues han demostrado espectáculo a su manera.Hacen las delicias en los entrenamientos con sus continuas bromas y sobre el campo son el foco de las miradas. Entre los dos han marcado el 66% de los goles de la selección en la presente Eurocopa y son la luz de la esperanza, junto a Pirlo, de Italia en la final. En sus momentos de lucidez, todos los locos son sorprendentes. Y es que, al fin y al cabo, la verdadera locura quizás no sea otra cosa que la manera más inteligente de resolución tras la disconformidad del trascurso de la vida. En el “uno para todos, todos para uno” de Prandelli, Cassano y Balotelli son los mosqueteros; ambos han sabido premiar la paciencia de Prandelli en confiar en ellos como la punta de referencia en ataque. Son los locos los que abren los caminos que más tarden quieren recorrer los sabios.

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Antumi Toasijé

Antumi Toasijé
Doctor en Historia, Cultura y Pensamiento

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